Apertura y definición para ecos del futuro

No es que el porvenir no quiera hablar, o transmitir otra cosa que ese oleaje discontinuo y turbio. Es este presente de mirada entrecerrada, medio ida, acoplada a una sensibilidad que necesita estar de vuelta, que no quiere dialogar.

Una gran red prevalece en el escenario actual. La inercia se las ingenió para transformar esta trama comunicante y sugerente en una trampa replicadora de antojos de bajo vuelo. Una lente devenida en espejo en donde se regodean los costumbrismos que podrían, de otra manera, ser observados.

Junto con las pulsaciones que conectan y mimetizan, comienza a filtrarse necesariamente un emergente de visión asociativa: la paulatina evidencia de la profunda y compleja interrelación entre los distintos ámbitos de la vida humana.

Esta inflexión es la que en el fondo espanta a una cultura basada en la sistemática promoción de un individuo limitado, fragmentario y por ende presa fácil de atractores corporativos.

A partir de allí, sobreviene un reflejo reaccionario de adaptar lo preexistente a la nueva fluidez, a través de la disposición de instancias y productos que tienen como sello su facilidad de estandarización y su inocultable y hasta sobreactuada precariedad. Esa accesibilidad universal a elementos de baja definición es lo que le permite a una cultura en crisis simular una sensación de saciedad para el lógico impulso de aprovechar un nuevo espacio.

Así, se logra postergar la verdadera experiencia de la conectividad, que es la integración de planos y la ampliación de perspectivas de cuestionamiento. Esa complejidad llamaría a una descentralización y en consecuencia a una reformulación de los recursos que se utilizan para crear sentido.

Ese desafío involucraría una predisposición “auto-cultural”, de responsabilidad constructiva y consciente defensa de la imaginación de alternativas.

Imaginación y futuro resultan ser aliados naturales, un tándem de rebeldes luceros para presentes grises y prepotentes.

Y aquí es donde la cultura central intentará por todos los medios obstruir esta unión estratégica, apresurándose a saturar cada rincón con una afirmación de similaridad, de encuentros falsos y consensos dudosos.

Del mismo modo que un telescopio que sondea las profundidades del universo es una exploración del pasado, la red, y sobre todo el mensaje de asociatividad que insinúa, podría ser un increíble dispositivo de comunicación con el futuro.

 

Carlos Lavagnino
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