El circo de la aparente diversidad

Por Carlos Lavagnino

El campo de la Cultura está conmovido: en la Argentina se acaba de modificar la Ley de Matrimonio para admitir uniones de parejas del mismo sexo. Sacando a sectores religiosos ultra-conservadores de representatividad minoritaria, buena parte de la sensibilidad general se aferra a una eufórica exaltación de la igualdad y la no-discriminación.

Pero, ¿qué implica desde una lectura cultural independiente lo que acaba de suceder?

Para analizar esto resulta indispensable observar que, más allá de que estamos acostumbrados a ello, nuestra sociedad está estructurada desde un concepto de familia (con mayor o menor variabilidad) como célula elemental. Amparándose en su promoción estratégica de la descendencia biológica, el Estado privilegia las unidades familiares por sobre el individuo soltero, brindando infinidad de subsidios y prebendas a las primeras que son naturalmente soportadas por este último.

De este modo, el acceso a la construcción de un diseño familiar tradicional no es otra cosa que la vía “sugerida” por la Cultura Central para “acceder a derecho”, es decir, para constituirse en beneficiario de un régimen declaradamente poco igualitario.

Cuando los ahora defensores de los intereses de las minorías se regocijan en los “nuevos derechos” adquiridos, no hacen otra cosa que festejar su incorporación al bando de los que usufructúan un diseño cultural y socialmente retrógrado.

Lo que en realidad habría que cuestionar es ese enfoque primigenio que hace que el Estado beneficie sistemáticamente un modelo familiar por sobre lo que sería un verdadero igualitarismo, prescindiendo de inmiscuirse en las características relacionales y afectivas de los proyectos de vida individuales.

Indudablemente, a la alicaída institución matrimonial le viene muy bien esta renovación “gatopardista”: incorporamos a algunas minorías para no replantear el diseño de fondo.

Ese replanteo, francamente utópico para este estado de la Cultura tan “facebookero”, implicaría diseñar un esquema basado en la capacidad del individuo de definir escenarios arbitrarios de gestión de derechos (por ejemplo, en casos de herencia, adopción), pero sin consagrar a la pareja institucionalizada como la única vía de garantizar la potestad sobre sus intereses.

Lamentablemente este episodio, pero fundamentalmente, las lecturas que se hacen del mismo, no ayudan en la construcción de una Cultura más moderna e independiente.

Carlos Lavagnino
23 Comments
  • Carlos Almiron
    Reply

    22/07/2010 19:49

    Yo creo que tiene mucho sentido que el estado beneficie el modelo familiar sobre lo que sería por ejemplo un single. Y es básicamente por una cuestión económica.

    Me cuesta ver al estado como eje de la Cultura Central.
    Mas bien lo veo parte de la misma, como una entidad que analiza la cultura en términos económicos. “Nos sirve o no nos sirve”. En ese sentido siento que el estado transforma las leyes en función a la demanda de dicha cultura permitiendo el acceso a los derechos que mencionás.

    Seguro que al estado le va a convenir que ahora personas del mismo sexo puedan casarse y adoptar. Y no porque en realidad les importe culturalmente y/o emocionalmente hablando, sino porque en términos económicos conviene.

    Así como una familia es subsidiada, también es una máquina de consumir.
    El alquiler de una casa grande o compra de la misma, alimento, ropa, viáticos, entretenimientos, viajes, obra social, hijos, escuela, niñera, personal doméstico… Casi todo multiplicado por 3 o más.

    En ese sentido al estado no lo veo como un gran benefactor, sino como un banco.
    El banco te brinda un préstamo de determinada suma en cómodas cuotas, pero cuando terminaste de pagar te das cuenta que devolviste más de lo que te dieron.

    Acá siento que pasa algo similar.

    Al margen, sería interesante saber que porcentaje de homosexuales buscaba concretamente estos beneficios y que otro porcentaje solo reclamaba “igualdad” por la sencilla razón de terminar con el fantasma de la discriminación a la que han sido sometidos durante siglos por su condición de no heterosexual impuesta por la Cultura Central.

    No quiero que esto suene como algo combativo, pero quizá este sea el momento para que aquellos que no quieren un modelo familiar como estilo de vida salgan a manifestarse en busca de la igualdad que claramente se le está negando.

    22 de July de 2010 at 7:49 pm
  • Charly
    Reply

    23/07/2010 20:55

    Hola Carlos!

    Me parece que reducir la racionalidad del Estado a lo económico es un poco simplista. Como emergente evolutivo, es dable pensar que el Estado corporiza una serie un poco más compleja de “intereses” sociales. De hecho, muchas veces lo que hacen los Estados tiene poco sentido en lo económico, y las pruebas no escasean.

    Por otro lado, con respecto a que los que no suscriben el modelo familiar deberían manifestarse, yo coincido. El problema es que buena parte de los solteros, por ejemplo, no suelen conceptualizar su vivencia como algo positivo, sino que, probablemente habiendo comprado algún buzón simbólico de la Cultura Central, ostentan un perfil un tanto languideciente.

    En mi opinión, éste es un claro ejemplo en donde la intervención en la Cultura, más que en lo que tradicionalmente son los ámbitos reivindicativos (por ejemplo, la política), no sólo se revela como más trascendental sino como un paso precedente desde un punto de vista estratégico.

    Saludos!

    23 de July de 2010 at 8:55 pm
  • Greta Struminger
    Reply

    26/07/2010 18:10

    Hola Carlos y Charley!

    Quería hacer un pequeñísimo comentario sobre tu comentario Carlos: antes que nada, coincido con Char en que puede resultar un tanto simplista un enfoque netamente económico, evidentemente otras cuestiones más subjetivas (llamémoslo tradición, hegemonía, cultura dominante o inercia) inciden a la hora de determinar lo socialmente válido (“intereses sociales” en términos de Charley). Sin embargo, si aceptáramos este determinismo económico, tu hipótesis de que es económicamente conveniente el modelo familiar para el Estado no me termina de cerrar. Me suena más razonable pensar que el consumo aumenta cuando se trata de familias unipersonales o monoparentales. Si una familia tipo de cuatro tiene una casa, una heladera, un microondas y un auto, los mismos cuatro tendrían dos casas, dos heladeras, dos microondas y dos autos si los padres vivieran separados. Y ni imaginar si los hijos se fueran a vivir solos temprano.

    Hace tiempo leí en algún lugar una nota que comentaba sobre cómo la libre circulación de personas entre los países de la U.E., sumado a las nuevas formas de organización empresarial descentralizada genera que los hombres de negocios que viajan mucho tengan un departamento en, por ejemplo, Munich y otro en Viena (con sus respectivos muebles y electrodomésticos), aumentando notablemente el consumo de este tipo de bienes y en detrimento de otros (autos, por ejemplo). No es el mismo caso pero se inscribe en la misma lógica.

    Ahora, si tu hipótesis se refería a la reproducción, sinceramente no creo (aunque no tengo como probarlo) que la existencia de un modelo single desincentivaría por si mismo la paternidad. En todo caso, puedo coincidir en que el reemplazo del modelo familiar por el single supondría un cambio de tal magnitud que también sacudiría las raíces de otros fenómenos ligados, entre ellos la paternidad. Siendo que el Estado tiene como fin su autoreproducción y que su fortaleza actual se basa tanto en su pasado como en su futuro, me parece sensato que la multiplicación y mantenimiento de uno de sus elementos centrales (la población) esté en el corazón de sus intereses. Aún así no creo que la no-familia sea sinónimo de no-hijos, de hecho no puedo evitar poner el ejemplo de Un Mundo Feliz, donde la prioridad es la reproducción y la familia una aberración.

    26 de July de 2010 at 6:10 pm
  • Charly
    Reply

    Carlos, te explico lo de la simplificación con ejemplos concretos.

    El interés de fomentar el consumo por parte del Estado puede variar fuertemente de un caso a otro, y aún dentro de lo que es un mismo país, dependiendo de su ciclo económico.

    No es lo mismo el posicionamiento de una nación superpoblada como China que un país escandinavo o centro-europeo, con políticas antagónicas.

    Más aún, a un Estado que debe gestionar una economía recalentada puede no convenirle fomentar el consumo, sino más bien todo lo contrario.

    Más allá de que muchas veces resulta tentador asignarle a todo una explicación sistémica y economicista, es importante tratar de visualizar diversos orígenes y variables involucradas.

    La Cultura, en ese sentido, tiene la propiedad de poder impactar en los diseños institucionales de una manera mucho más sólida e independiente, por caso, que la economía, a través de la fenomenal carga incercial de su sistema de valores.

    28 de July de 2010 at 3:07 am
  • Carlos Almirón
    Reply

    Hola Greta!
    Me parece interesante lo que decís, pero creo que hay un factor que no estás teniendo en cuenta. Y es la descendencia.

    El consumo unipersonal solo durará un ciclo de vida. Mientras que una familia con hijos ya compite con ese esquema en términos económicos y garantiza una nueva generación a futuro.

    Con que una familia llegue a tener un hijo single, multiplicó por dos a un unipersonal incluso en años de consumo.

    En esos términos creo que la economía no se puede quedar tranquila sabiendo que hoy tiene 100 unipersonales, por dar un ejemplo, y dentro de 80 años… qué?

    Y el ejemplo de padres separados quizá es el mejor escenario para el estado. Imaginate: una familia con hijos se separa y muy posiblemente uno de ellos construye otra familia y tiene más hijos. Más consumidores y una descendencia más grande, mientras que un unipersonal siguió siendo uno hasta el final de su ciclo.

    Siento que no es un pensamiento simplista creer que el estado avala a la familia por ser un engranaje que promete una generación tras generación de consumidores por lo que claramente un unipersonal no puede.

    Quizá, la ciencia logre llegar a la inmortalidad y cambiar el escenario. Mientras tanto, aunque solo pueda prolongarla, las ecuaciones serán prácticamente las mismas.

    Saludos!

    28 de July de 2010 at 12:20 pm
  • Babu
    Reply

    Qué difícil que es encontrar gente que sintonice con este enriquecedor debate, posturas que no estén reducidas por la lógica binaria que pone de un lado a los supuestos libertarios y del otro a los consabidos conservadores.

    Navegando en búsqueda de estos alegatos me encontré con un texto que quiero compartir con ustedes. Se trata de un ensayo de un activista de la comunidad gay chilena, Felipe Rivas San Martín, que llama la atención por el posicionamiento crítico respecto de las posturas pro matrimonio que defienden las organizaciones que integran a las minorías sexuales.

    Así es como el autor pone en duda la presunta legitimidad de las reivindicaciones de integración a la institución matrimonial, por ejemplo planteando “¿Puede la sola negación del acceso a una institución legal, justificar la lucha por obtener su reconocimiento?”. Luego agrega: “El matrimonio es una institución que implica una enorme cantidad de privilegios sociales y económicos y además confiere un estatus que funciona como una fuerza de exclusión. Por eso es una institución inherentemente discriminatoria. Es interesante destacar cómo en ciertos países con fuerte apoyo de asistencia social y en los que los beneficios socioeconómicos no tienen como prerrequisito al matrimonio, la demanda por obtenerlo no es tan firme como en otros Estados en los que el matrimonio sí funciona como una institución privilegiada, protegida y promovida a través de exenciones tributarias, coberturas médicas, asistencia social, seguros de desempleo, beneficios para obtener una vivienda, etc.”

    El texto fue escrito en el 2007, pero me parece que es muy vigente y vale la pena leerlo.

    Saludos!

    Aquí va el link:
    http://www.criticacultural.org/2008/

    30 de July de 2010 at 1:49 pm
  • hypokampito
    Reply

    “¿Están las tortilleras y maricones hablando de verdad o simplemente estamos frente a un acto ventrílocuo del sistema heterosexual?” Felipe Rivas San Martín.
    “Ningún contrato sexual podrá tener como testigo al Estado.” Beatriz Preciado.
    Excelente, provocador texto, y muy completo. Gracias Babu por traerlo a colación, realmente no tiene desperdicio.

    Celebro que haya alternativas, posturas y análisis “desenfocados” como dice Felipe RSM. Y estoy de acuerdo con que “matrimonio gay sí” vs “matrimonio gay no” es una dicotomía falaz (al estilo de Bush “estás conmigo o en mi contra”) dado que inhibe un debate mucho más profundo y abarcativo: cuestionar el matrimonio/familia como modelos a privilegiar por el Estado. No creo sin embargo que la causa pueda plantearse semi-exclusivamente en términos económicos como dijo otro forista… de hecho creo que ni siquiera somos tan planificadores y ordenados como sociedad como para ver si al Estado le conviene o no, etc.

    Creo que es una cuestión cultural: el matrimonio es una de las tantas instituciones que heredamos y básicamente no mucha gente se lo pone a pensar críticamente. Cuántas veces escuchamos “yo no creo en el matrimonio, pero me casé para tener tal o cual beneficio, etc. etc.”. Institución criticada, sí, pero todavía aceptada ampliamente por todos los sectores sociales, lo cual explica que no se hayan esbozado (al menos visiblemente, con fuerza de potencial proyecto de ley, etc.) proyectos diferentes. De hecho probablemente muchos de nosotros no sabrían qué contestar ante la pregunta ¿cuáles son las alternativas al matrimonio? ¿Y por qué tiene que haber una alternativa? El día anterior a la aprobación de la ley en Argentina, justamente en un programa de radio escuché un comentario en tono de chiste, que realmente me pareció muy prometedor para ser explorado. En el programa, el conductor dijo algo así como que la sociedad estaba teniendo la discusión equivocada: en realidad habría que abolir toda forma de matrimonio (risas). Más allá del chiste obvio, creo que es un buen disparador para, en un análisis más profundo, pensar y criticar la institución del matrimonio y su peso en la sociedad.

    Yendo un poco más a la parte “práctica”, me resulta difícil en un punto concordar con Felipe RSM cuando cuestiona, por ejemplo en el caso de Israel, si es correcto “defender el derecho de gays y lesbianas a ingresar al Ejército, sin cuestionar la lógica militar, a la institución del Ejército, al nacionalismo y al Estado de Guerra en el mundo”, o “cuando varios de esos soldados gays serán los que detonarán las bombas sobre Palestina y el Líbano”. Por supuesto que hay que cuestionar el estado de guerra mismo en el mundo entero, al igual que el nacionalismo y el ejército mismo. ¿Pero qué hacemos mientras tanto?
    En el caso de Argentina y la ley de matrimonio igualitario, si estaba la posibilidad de votar esta ley ¿entonces habría que ponerla en el freezer hasta terminar de discutir todo el fondo? Yo creo que quizás la misma aprobación de la ley pueda llevar al debate -en discusiones posteriores- de lo que se plantea aquí, pero no veo como realista el proceso en el orden inverso. Es a partir de este momento que hay que empezar a alzar las “otras voces” contra la institución matrimonial/familiar, “conservadora y represora” como dice FRSM, voces que antes hubieran sido lisa y llanamente ignoradas por los que “pesan” a la hora de definir un cuso de acción política. No digo que ahora todo el mundo sea permeable a estas ideas, pero en mi opinión la socieadad quizás esté ahora (hecho el debate, aprbada la ley) en mejores condiciones de escuchar este tipo de ideas (¿se abrió una grieta en el paradigma?). O quizás haya que esperar algunas generaciones, varios casamientos homosexuales, para que el grueso de la sociedad pueda ver que salirse un poquitito de la heteronormativa no era taaan terrible… como sea, nos falta crecer como sociedad. Un simple hecho sustenta esta falta de madurez: TODO este interminable debate y movilizaciones, etc. etc. no era siquiera para crear una NUEVA ley (en el sentido administrativo, legislativo), simplemente para hacer un pequeño cambio en la redacción de una ley que ya existía, para que contemple casos de personas con el mismo sexo. Imagínense entonces lo que sería hacer una nueva ley, por ejemplo que le quite al Estado el poder de “ser testigo de un contrato sexual” (¿sería posible hoy?).

    Volviendo a la postura en contra del “Estado como testigo de un contrato sexual”, propongo un ejercicio, me gustaría saber sus opiniones: supongamos que pasaron muchas, muchas generaciones y cambió la mentalidad social. Ya no se habla en términos de sexualidad (hetero vs homosexual) y el matrimonio ya no es la Gran Institución Poderosa sostenida por la Iglesia durante todos estos siglos. El Estado ya no avala contratos sexuales (sensu Beatriz Preciado). Supongamos que independientemente si me gustan los hombres o las mujeres a la hora del sexo, yo tengo un amigo/a con el/la que nos queremos mucho, y cada uno sabe que el otro es una persona íntegra y ejemplar. Sabemos y nos consta que la otra persona será un excelente padre/madre. Y además lo considero excelente persona como para dejarle todo en caso de morir, y como para compartir bienes, etc. No somos pareja, solo grandes amigos del alma, de la vida.
    ¿Podremos casarnos y adoptar hijos? ¿Por qué no? No es mala idea: estás con una persona a la cual querés seguir viendo y acompañando durante el resto de la vida, pueden vivir juntos y tener hijos ¿por qué no? Estaría bueno. Mientras tanto, cada uno hará con su vida sexual lo que quiera, y las parejas irán y vendrán*, total ese ya no es el punto. En general los más conservadores se escandalizan cuando digo esto, pero quizás es porque se ven haciéndolo, mientras que yo no digo que sea obligación (pueden casarse al estilo “tradicional” si quieren), sino que no esté penalizado socialmente (mal visto). Ese día sí podré pensar que la sociedad creció un poquito.

    (*) aquí por supuesto habría que romper también con el esquema de que tener una relación de pareja larga, estable es mejor que tener varias parejas intestables

    Saludos,
    Rodrigo

    31 de July de 2010 at 1:22 pm
  • Charly (Charley, en sureño)
    Reply

    Qué bueno que se armó la discusión!

    Sobre lo que apuntás, Rodrigo, dos cosas.

    1) Vos decís:

    “Yo creo que quizás la misma aprobación de la ley pueda llevar al debate -en discusiones posteriores- de lo que se plantea aquí, pero no veo como realista el proceso en el orden inverso. Es a partir de este momento que hay que empezar a alzar las “otras voces” contra la institución matrimonial/familiar, “conservadora y represora” como dice FRSM, voces que antes hubieran sido lisa y llanamente ignoradas por los que “pesan” a la hora de definir un cuso de acción política. No digo que ahora todo el mundo sea permeable a estas ideas, pero en mi opinión la sociedad quizás esté ahora (hecho el debate, aprobada la ley) en mejores condiciones de escuchar este tipo de ideas (¿se abrió una grieta en el paradigma?”

    No parece haber ninguna evidencia que apoye la contra-intuitiva noción de que la flexibilización del matrimonio y su consiguiente ampliación de beneficiarios y significantes contribuya a su cuestionamiento de fondo. Supone un gradualismo injustificado e indeclarado (como bien decía Babu el otro día en el Club I+) en la puesta común discursiva del progresismo. Es mucho más fácil modelarlo mediante una estrategia de promediación de posiciones y gatopardismo.

    2) Más arriba decías:

    “Por supuesto que hay que cuestionar el estado de guerra mismo en el mundo entero, al igual que el nacionalismo y el ejército mismo. ¿Pero qué hacemos mientras tanto?”

    La pulsión de volver siempre a un “nosotros” tácito tiende a re-instalar el sentido de “Estamos entre todos tratando de construir un mejor diseño de sociedad y Estado”. Y esa pulsión es uno de los desactivadores más poderosos imaginables para constituir Cultura Independiente, que necesita de la prerrogativa de que existe efectivamente un campo de trabajo y un discurso por afuera de “lo que habría que hacer para” mejorar los diseños estructurales (y presumiblemente institucionalizados).

    La primera emancipación del individuo (basta de sujetos, por favor, otra de las cosas que habría que abolir!) frente a la Cultura tiene que implicar la reivindicación de aquellas discusiones y posturas que, aplicadas al total, pueden eventualmente resultar inaplicables o impertinentes. Es hora de pensar en fomentar mejores individuos en sociedades con grados variables (y probablemente crecientes) de imperfección, en vez de someternos todos al improductivo y complaciente tedio de construir el plan chino de la sociedad ideal.

    Volviendo a tu pregunta del “¿Qué hacemos?”, mi respuesta sería: “Nada, porque es un problema o bien del Estado (no soy un Estado), o de alguien con una problemática (la de ingresar a las fuerzas armadas) que no me interesa en lo más mínimo”.

    Con respecto al valioso artículo de Rivas San Martín, me parece que se trasluce una contraposición fatal en su discurso: la maximización de la lucidez y la sensibilidad, opacada por el perdidoso posicionamiento del militante de minorías sexuales.

    Y aquí se juntan 3 palabras débiles o descolocadas: militante, minoría (concepto de auto-discriminación) y sexuales (la sexualidad no tiene nada que ver en este tema, pregúntenle a algún matrimonio dónde quedó el sexo ;)). En el fondo, el discurso de los guetos confederados esconde la miseria de reclamos reglamentaristas de beneficios de poca monta, y un residual de reivindicación simbólica que a ningún individuo crítico e independiente que se precie debería servirle de algo. Es gracioso ver el apuro que suelen tener los “discriminados” para pasar al bando de los “discriminadores” sin cuestionar las reglas de juego subyacentes, al tiempo que abundan los ejemplos históricos de las barbaridades e injusticias que se han cometido en pos de rebalancear una postergación (como un mal árbitro de fútbol, que después de cobrar un gol en offside va y le regala un penal al contrario!).

    La trampa en la que caen los que hablan de las “imposiciones heterosexuales” consiste en pisar el palito de fragmentar el problema, sexualizarlo, y por ende perder grip en el análisis de Cultura Grande.

    Trampa que, en mi criterio se vuelve a manifestar en tu siguiente expresión hipotética, Rodrigo:

    “No somos pareja, solo grandes amigos del alma, de la vida.
    ¿Podremos casarnos y adoptar hijos? ¿Por qué no? No es mala idea: estás con una persona a la cual querés seguir viendo y acompañando durante el resto de la vida, pueden vivir juntos y tener hijos ¿por qué no? Estaría bueno”

    ¿Otra vez queriendo ampliar el casorio, esta vez para que incluya a amigos sin sexo? ¿Para qué querés casarte? ¿No será que no queremos cuestionar a fondo la idea misma de pareja, con o sin sexo, más o menos institucionalizada?

    ¿Por qué Beatriz Preciado dice: “Ningún contrato sexual podrá tener como testigo al Estado”, en vez de decir, “Ningún contrato socio-afectivo podrá tener como testigo al Estado”?

    Porque la sexualización del problema es plenamente funcional a no cuestionar el diseño de fondo y seguir avalando instituciones decadentes. La especulación del excluído que al cristalizar su identidad en torno a ese recorte, permite consagrar la victoria del orden que excluye.

    Y el mejor negocio de las instituciones decadentes es seguir monopolizando los esfuerzos y los temas. Después de todo, a la Cultura le encanta que la familia siga siendo la base de la sociedad.

    Saludos!

    31 de July de 2010 at 9:13 pm
  • hypokampito
    Reply

    Charley! muy ricos tus comentarios.

    Síp, creo que tenés razón, he caído en la trampa. Y he quedado en plena evidencia! Me faltan horas de análisis, lectura y quizás unas cuantas neuronas.. Tengo la suerte de acceder a foros como este donde gente como vos empuja unos milímetros mis fronteras mentales 🙂

    Estuve re-escribiendo, tratando de explicar y extraer algo de mi postura que contribuya al debate, pero no logro destilar algo constructivo y significativo (para mi esquema mental, tu texto fue tan enriquecedor como el de Felipe Rivas San Martin). Así que solo quisiera comentar dos párrafos (los cito enteros para facilitar al lector desprevenido jeje). Probablemente voy a decir/preguntar obviedades, aviso para que no me maten!!

    1) “La pulsión de volver siempre a un “nosotros” tácito tiende a re-instalar el sentido de “Estamos entre todos tratando de construir un mejor diseño de sociedad y Estado”. Y esa pulsión es uno de los desactivadores más poderosos imaginables para constituir Cultura Independiente, que necesita de la prerrogativa de que existe efectivamente un campo de trabajo y un discurso por afuera de “lo que habría que hacer para” mejorar los diseños estructurales (y presumiblemente institucionalizados).”

    Guau!, me interesa/intriga mucho eso de que “esa pulsión es uno de los desactivadores más poderosos imaginables para constituir Cultura Independiente” ¿Me podés recomendar algo para leer al respecto? O si es “elaboración propia”, ¿podrías desarrollarla un poco más? ¿O te referís en concreto al caso en el que el “nosotros” está todavía pegado al matrimonio y concepción actual de la familia como núcleo de la sociedad? Perdón si es medio off-topic.

    Por otra parte, confieso que sí, me resulta difícil escaparme de esa pulsión: creo que si en algo estamos de acuerdo es en que hay cosas para cambiar, ¿correcto? (aunque admitas que es un replanteo utópico). Si estamos hablando de cambios sociales (y no queda todo en un debate fuertemente teórico), en algún momento siempre surgirá el “entonces qué hacemos”?
    Quizás, si leyera un poco más acerca de esta pulsión, podría imaginarme escenarios alternativos para movilizar/pensar un cambio, que no incluyan un “nosotros estamos tratando de…”.

    2) “La primera emancipación del individuo (basta de sujetos, por favor, otra de las cosas que habría que abolir!) frente a la Cultura tiene que implicar la reivindicación de aquellas discusiones y posturas que, aplicadas al total, pueden eventualmente resultar inaplicables o impertinentes. Es hora de pensar en fomentar mejores individuos en sociedades con grados variables (y probablemente crecientes) de imperfección, en vez de someternos todos al improductivo y complaciente tedio de construir el plan chino de la sociedad ideal.”

    Creo que no entiendo del todo: estás en contra de situarse en un “nosotros tácito” que implique que estamos “entre todos tratando de construir un mejor diseño de sociedad y Estado”. Sin embargo das tus guidelines “para mejorar diseños estructurales” (aunque no estén institucionalizados), e.g. que la emancipación del individuo “tiene que implicar la revindicación…” y que es “hora de pensar en fomentar mejores individuos…”. De hecho en tu 1er post declarás que este replanteo “implicaría diseñar un esquema basado en la capacidad del individuo de definir escenarios arbitrarios de gestión de derechos…”. Esas ideas son para… ?? ¿no estás tratando de constituir, al menos una mejor Cultura Indpendiente? ¿Cuál sería la diferencia, no hay un “nosotros tácito” también? ¿Nosotros, individuos emancipados, queremos constituir un mejor diseño de Cultura Independiente y por lo tanto manifestamos que hay que hacer esto y aquello? ¿No estárías cayendo en la misma pulsión que describías más arriba? Lo más probable es que no haya entendido bien, pido disculpas si es algo muy obvio!

    Saludos patagónicos,
    Rodrigo

    1 de August de 2010 at 3:02 pm
  • Charly
    Reply

    Hola Rodrigo, gracias por tus conceptos.

    Antes que nada, me equivoqué en la ubicación original de las comillas en la frase que citás. Debe leerse:

    “Y esa pulsión es uno de los desactivadores más poderosos imaginables para constituir Cultura Independiente, que necesita de la prerrogativa de que existe efectivamente un campo de trabajo y un discurso por afuera de “lo que habría que hacer para mejorar los diseños estructurales” (y presumiblemente institucionalizados).”

    Creo que esto generó una confusión no menor. Por esto, debo aclarar que mi planteo implica la posibilidad de un “nosotros”, pero aplicado a la tarea de construir fundamentalmente Cultura Independiente, esto es, apartándonos de lo que suele ser un extraordinario atractor como destinatario de energías bien intencionadas: el diseño de la sociedad y el Estado.

    De hecho, creo que las únicas instancias en donde vale la pena desviarse circunstancialmente de la tarea Cultural para promover alguna iniciativa de diseño (sociedad y Estado) son aquellas que tienen por objetivo lograr que la sociedad y el Estado no interfieran con la figura de un individuo potencialmente aportante de independencia!

    Y aquí es donde se enlaza con tu segunda observación. En mi primer mensaje yo reclamaba otro diseño a los efectos de no perjudicar la situación de lo que entiendo debe ser la figura principal de cambio: el individuo independiente.

    El problema entonces no es con el “nosotros”, sino con el uso de esa perspectiva “por defecto” que asocia esa comunión con un imperativo especialmente condicionante como lo es el mencionado diseño de S&E.

    Con respecto al material, lamentablemente está todavía en proceso de generación. El carácter especialmente práctico de esta apuesta ideológica ha dejado apenas espacio, hasta ahora, a soportes fundamentalmente no escritos. En esa línea, Club I+ es un espacio que te puede interesar.

    Saludos!

    1 de August de 2010 at 11:07 pm
  • Iván
    Reply

    Si tuviera que definir de alguna forma esto que ocurrió, no creo sea más que una jugada política cómo creo sugiere Charly al principio, una paso en falso y una verguenza total presenciar el debate social que se armó vacío de un planteo lógico y racional de la cuestión. Indignante.

    Si buscás el recononocimiento externo de tu condición estás en problemas muchacho, seas heterosexual, homosexual o vaquita de san antonio. Aplaudo cuando vislumbran la triste necesidad de parchar la rueda familiar y que siga girando.

    Personalmente (creo soy el único que aporta vivencias personales y espero no estar recurriendo a ellas cuando no debería) tuve una grata respuesta de quién menos hubiera esperado. Estos días tuve la oportunidad de compartir tiempo con gente mayor (clásica, europea, tradicionalista y católica), muy diferente a la idea que pensé que ellos tendrían me sorprendí con la respuesta que me dieron sobre el asunto.

    “Es su vida, no voy a decidir que pueden o no hacer con ella, esta discución está fuera de lugar”. Una respuesta muy europea según ellos…

    Las estadísticas muestran que solo un 30% de las familias se mantienen en el tiempo, la gran mayoría se maneja entrando y saliendo de esta cultura del matrimonio (si decidimos darle un carácter funcional a la familia) evidenciando la falta de planificación individual.

    ¿Cómo esto es evidente para unos viejecitos europeos, católicos y CASADOS pero no para nosotros?

    2 de August de 2010 at 5:20 pm
  • José Ramón
    Reply

    Considero (y con ello me uno para hablar en primera persona del singular) que el debate es necesario: no importa lo que se debata, ni si los planteamientos son más o menos lógicos para quienes lo atestiguamos. El caso es que el debate es importante, porque el individuo trasciende su esfera en sí mismo para exponer-se y, por lo tanto, con su interlocutor (es), forma un nosotros y esto es ya un fenómeno social. En el sentido estricto del pensamiento lógico.
    “Es su vida, no voy a decir qué pueden o no hacer con ella …(en) esta discución (estoy) fuera de lugar”. Sería la respuesta de quien se precie de ser tolerante a la diversidad. Ese es el punto. Quienes debaten tienen su motivaciones, con las que puedo o no estar de acuerdo; pero coincido en su derecho a debatir.
    Por otra parte, abonando al tema del debate. Entiendo que la ley es un referente que delimita el acceso a prerrogativas sociales por parte del Estado, sí, pero también del colectivo en el que cada pareja desarrolla su vida y; quienes así lo desean, están adquiriendo una condición jurídica para una relación afectiva. “Es su vida”… y considero que tienen derecho de vivirla con dignidad al amparo de la equidad jurídica. Ese es el espíritu de la ley.
    Finalmente, el estado es una entidad paradigmática del ser humano en cuanto ser social: algunas veces en manos de la iglesia, otras en manos de Lutero; pero no se si sea posible que coexistamos sin la relación dialéctica “del que puede-del que quiere”. Los seres humanos somos sujetos de la emotividad, quizá más que de la razón.

    2 de August de 2010 at 6:27 pm
  • Charly
    Reply

    Hola Iván y José Ramón!

    Iván, con respecto a lo que contás de los viejitos europeos, y de la mano del reconocimiento por parte de ellos del carácter representativo de su opinión, me gustaría plantear una posible complejidad.

    Tiendo a interpretar que los viejitos, muy a la europea, dieron una respuesta fuertemente cívica, queriendo decir: estamos en democracia, cada uno hace lo que quiere. Sin embargo esta respuesta, de aparente apego a la tolerancia, esconde, en mi especulación, una fuerte negación a discutir Cultura. Es decir, dando por sentado que cada uno hace lo que quiere (la democracia), pasar al plano de “¿Cuál es tu opinión acerca de eso?” (la Cultura) es algo que he encontrado, más allá de lo casi inexistente de la crítica cultural a nivel global, especialmente difícil de entender en sub-culturas europeas. Siempre he pensado en esa dificultad como una reacción pendular asentada en la posguerra en el afán de sepultar el trauma del fascismo.

    Con respecto a lo que planteás, José Ramón, debo decirte que no encuentro en tu argumento algún tipo de referencia a todo lo que ya se escribió en este hilo con relación a la supuesta equidad advenida. El decir “Es su vida…”, volviendo a las alegorías arbitrales, me suena a “Siga, siga…”. Y de un árbitro estilo europeo, por cierto 😉

    En resumidas cuentas, la discusión que se intenta promover en este ámbito no es la que establece si alguien tiene derecho o no a hacer tal cosa, sino más bien la que enhebra las interpretaciones acerca de las causas y efectos que, en sendos pasos, motivan y son desencadenados por los episodios en cuestión.

    Saludos!

    3 de August de 2010 at 2:07 am
  • Laura
    Reply

    Hola a todos. Bueno, simplemente quería aportar un poco más de información al debate con esta nota que hecha luz sobre el carácter poco igualitario del régimen matrimonial, algo que pareciera que cuesta ser reconocido hoy en día, tal vez como decía Charly al principio de esta conversación porque está tan naturalizado. Aquí les dejo un artículo sobre aquellas parejas (en algunos casos de muchos años) que sobre la base de reconocer las ventajas que el susodicho estado civil confiere, eligen separarse (es decir no vivir más juntos) pero no divorciarse, de manera de poder seguir gozando de esos beneficios que la ley les otorga.

    Como se explica del fenómeno en EEUU: “Divorce lawyers and marriage therapists say that for most couples, the motivation to remain married is financial. (…) a separation agreement may be negotiated so that a spouse keeps the other’s insurance until he or she is old enough for Medicare. If one person has an existing condition, obtaining affordable health care coverage is often difficult or impossible. The recession, with its real estate lows and health care expense highs, adds incentives to separate indefinitely.“

    Reconociendo que el divorcio no trae ninguna ventaja en el plano tributario y financiero, muchas de estas parejas permanecen años y años separadas, poniendo el foco en los aspectos más prácticos y dejando de lado otro tipo de consideraciones que uno podía imaginar aparecen en estas circunstancias (familiares, proyectuales, etc).

    “Many people I’ve worked with over time enjoy the benefits of being married: the financial perks, the tax breaks, the health care coverage,” said Toni Coleman, a couples therapist in McLean, Va. “They maintain a friendship, they co-parent their kids, they may do things socially together. But they just feel they can’t live together.”

    The Un-Divorced
    http://www.nytimes.com/2010/08/01/fa

    Besos!

    5 de August de 2010 at 4:40 pm
  • José Ramón
    Reply

    Charly, recibe un saludo cordial.
    Lamento que no encuentres sentido de relación entre lo que expuse y lo que ya se escribió; como dices tú.
    Estarás de acuerdo conmigo que; sobre lo que tú pienses, sólo podemos interpretar de lo que digas. No podemos adivinar tus motivaciones. A ello me atengo, por principio, para darte mi argumento sobre tu discurso.
    El “individuo”, al que utilizas como categoría retórica, sino lo explicas, es un concepto hueco. Para mi existes tú y el contexto del que surges y cada persona y su respectivo contexto. Las categorías absolutas son posiciones autoritarias.
    Hay explicaciones, que no son leyes.
    En este contexto, interpreto que la expresión que desencadena el debate es aquella que citaste el dia 15 de julio:”La cultura está conmovida…se modifica la ley para admitir relaciones del mismo sexo”
    Pretendes presentar una situación de la culura Argentina que “se aferra a una eufórica exaltación de la igualdad y la no discriminación”( te cito) Interpreto que, desde tú óptica ideológica, el objetivo sería construir una sociedad/cultura o cultura social, “más moderna e independiente” basada en el individuo. Al que te refieres como reinvindicador de lo inaplicable e independiente; por oposición a la construcción (con nuestra contemplación)de sociedades ideales. (Lo dices el dia 31 de julio)
    Con ello para sustentar mi argumento que descalificas como inconexo.
    Tú expresión:”la cultura está conmovida”, implica un argumento absoluto. Es decir, todos o la mayoría. Cuando en realidad en la estructura social Argentina, no se han expresado ni la mitad de los sectores que la constituyen, al respecto del tema de la ley. Por consiguiente, este argumento con el que pretendes fundar la discusión, no soporta el análisis desde la lógica silogística aristotélica. Me explico. Tu afán de ir de la suma de algunas expresiones particulares, y muy respetables, a un absoluto social. Lo que interpreto como un argumento ideológico, más que racional. Pero no por ello menos importante.
    A partir de ahí; siendo este el fundamento de tu discurso, no encuentro un sistema de ideas lógicas que sustenten tú interés del “individuo” de la cultura independiente.
    En el análisis del discurso, es un argumento tautológico.
    Pero bien Charly. Queda tu derecho a argumentar en nombre de la “cultura independiente”. La que, desde el análisis de la lógica dialéctica Hegeliana, no veo que sea otra cosa que una síntesis de: La tesis del conservadurismo que ve a la familia como ente primitivo de lo social y la antítesis del neoliberalismo-humanista globalizado. Que, como todo proceso histórico, tendrá a su vez su propia antítesis, manifiesta en sus detractores. (Que no soy yo).
    Ya Hipokampito (1 de agosto), te mostró la contradicción del discurso: expresada en el deseo de un “individuo-indendiente” que se visualiza en el inevitable “nosotros” social.
    Cuando afirmé la necesidad del debate (2 de agosto),respecto de lo que interpreté una posición descalificadora de Iván, no pretendo hacerle favor más que a mí derecho a debatir; el que reconozco en cada uno de los que han argumentado.
    Por lo demás, como le has contestado a Rodrigo cuando pregunta ¿Qué hacemos?…Te parafraseo: nada Charly, no somos el Estado, ni tenemos ese poder; y parece que lo que nos importa es lo que, egoistamente piensas, tu idea de una cultura independiente que nos se interesa por los homosexuales que van a la guerra. Y no por que sean homosexuales, sino porque son humanos.
    En particular, ni soy homosexual, ni soy Argentino. Pero tengo amigos y familiares homosexuales y amigos y familiares Argentinos. Pero más importante, se que sin tí y las diferencias entre tú y yo, no hay existencia.
    Recibe mi aprecio.

    5 de August de 2010 at 8:04 pm
  • Greta
    Reply

    Para hacer buen uso de este espacio de debate voy a empezar a marcar algunos puntos de acuerdo y así evitar interpretaciones erróneas de mi postura, para luego exponer las zonas de desacuerdo. Pido disculpas de antemano por esquematizar la exposición y advierto que muchas de las cosas que pueda llegar a decir parten de discusiones que tuvimos cara a cara en el Club I+ y que no necesariamente hayan sido tratadas en este foro.

    Quiero aclarar de antemano que comparto las “utopías” que propone Charley: la posibilidad de que los individuos diseñen a gusto y según su conveniencia sus esquemas de vida propios, la no intervención del Estado en la esfera más privada, la igualdad como máximo ideal y el reconocimiento de que la institución matrimonial es inherentemente discriminatoria y que urge su modificación.

    Si bien comparto los fines, no comparto la lógica que indica que medios son contraproducentes para la concreción de esta utopia y cuáles no.

    Cultura Independiente: Gays que se quieren casar y solteros que no, ¿Quién es más independiente?

    El problema tal vez resida en plantear “Cultura Independiente” como singular en vez de hablar de “Culturas Independientes”. Para aclarar esto ultimo tengo que referirme a lo que podríamos llamar, medio anticuadamente, una diferencia entre forma y contenido: en la forma, la Cultura Independiente es una sola, la que lucha por modificar el status quo y generar un orden de las cosas distinto a partir de la acción de los individuos (sea de forma dispersa o asociados de alguna forma). En el contenido, probablemente hayan tantas culturas independientes como personas/grupos, y probablemente entre ellas existan tanto puntos de convergencia como de oposición radical. Tal vez, dado el conservadurismo predominante (en su sentido más literal, de conservación) cualquier intento de cambio tenga su merito dentro de la Cultura Independiente. En este punto disiento con la afirmación de que utilizar los diseños estructurales e institucionalizados sea un desactivador de la Cultura Independiente, desde mi punto de vista, son un medio más, válido si coexiste con otras posibilidades “independientes”.

    Reconozco que tal vez en determinados casos no guarde la máxima coherencia con el fin que se persigue, pero desde un punto de vista estratégico puede resultar más efectivo.

    Problema metodológico

    Por otro lado quiero criticar el uso que se hace del rol de la Cultura Central en este caso, pareciera que la ley de matrimonio gay fuera un intento maquiavélico por mantener vigente una institución que se despedaza por si sola cuando en realidad el proyecto de ley en cuestión fue producto de un grupo de personas descontentas que ejercieron acción positiva para generar un cambio. A lo que me refiero es a la necesidad de aplicar lo que en ciencias sociales se llama comprensivismo u hermenéutica, corriente de la filosofía de las ciencias que postula que la acción social debe ser comprendida a partir del significado que los actores les dan a su propia acción (verstehen). El problema que yo denuncio es utilizar una lente empirista para analizar este fenómeno.

    Ahora bien, seguro se me criticará que “todo muy bien, el sentir de los actores es importante, pero si en definitiva el resultado genera de hecho un fortalecimiento del matrimonio, ¿de qué nos sirve este análisis?”. La solución reside en tener en cuenta las “consecuencias inesperadas de la acción”. Desde mi punto de vista, y tal vez de forma meramente intuitiva, el robustecimiento del matrimonio no es más que una consecuencia inesperada: no estaba en el espíritu de la sanción del matrimonio gay el discriminar a los solteros.

    ¿Avance o retroceso?

    Creo que de alguna forma estamos yendo por la senda del “progresismo” y que esta nueva ley es un paso adelante en el camino a abolir la desigualdad entre casados y solteros, si bien reconozco que en lo inmediato es coherente predecir que el casamiento se va poner de moda y va a aumentar en cantidad. Dije que creía “de alguna forma” en vez de negarlo rotundamente ante la evidencia de los hechos, esto se debe a una afirmación que hace Hanna Arendt sobre las consecuencias inesperadas de la acción. Según la autora, ante lo que parece ser un universo caótico donde los resultados no se condicen con las intenciones, el hombre tiene dos formas de evitarlo: a través del perdón y a través de la promesa.

    El valor de la promesa reside en su posibilidad de construir a futuro, de que no todo está dicho y fijo para siempre, de que un resultado inesperado se puede subasanar, de que existe la esperanza. Se me preguntará de que promesa estoy hablando en este caso, la respuesta es que no hay una promesa explicita sino simbólica, y aquí es donde esta senda del progresismo se dibuja como un camino viable: el hecho de que en una sociedad conservadora, latinoamericana, religiosa y con un sistema político poco representativo se haya logrado superar a un grupo de presión minoritario pero poderoso.

    El valor del debate en torno al “sí o no” probablemente no sea tan rico como el que se propuso en este foro, pero no deja de tener un peso intrínseco, parte de este reside en que se generan vínculos de apoyo entre distintas personas, la mayoría de las cuales no se ven afectadas directamente por la sanción (o no sanción) de esta ley. Y son estos mismos lazos los que permitirían en un futuro un debate en torno a los derechos de los solteros y la discusión sobre su situación de desigualdad. El solo hecho de que se haya debatido algo que hasta hace poco era impensable es un buen sintoma de que mañana se podrá rediscutir el rol del matrimonio mismo, realidad que hoy nos es lejana.

    El tema de la palabra discriminación

    En este foro se ha usado este término para referirse a la discriminación que sufren los gays y a la que sufren los solteros. En el mundo colectivo suele suceder que cuando se produce un cambio algunos se benefician y otros pierden, la clave está en saber que cambio realizar para ver a quienes se beneficia y a quienes se perjudica. Para hacerlo se necesita un diagnostico de quién la pasa peor y quién mejor. No creo que los solteros y los gays sufran la misma discriminación. Jamás escuche que un soltero sufra ofensas violentas solo por no haberse casado. De más está que diga que los gays sí. Y esto escapa del plano estrictamente social, sino que es tan fuerte que hasta hace poco estaba arraigado tácitamente en el Código Civil.

    Lo que esta ley supone no es solamente la posibilidad de casarse, detrás de ella esta vigente un testimonio de la sociedad actual, los argumentos a favor y en contra. La victoria en lo que fue casi una lucha tiene un valor simbólico que, desde mi punto de vista, justifica temporalmente la “discriminación” netamente económica que sufren los solteros. Una evidencia de esta disparidad en la discriminación es que la que sufren los solteros nunca adquirió tanta intensidad como para cristalizarse de alguna forma, sea a través de una agrupación, un movimiento o un proyecto de ley (mas allá de las connotaciones negativas que puedan tener estos conceptos, sirve como indicador de el grado de intensidad de un fenómeno discriminatorio).

    5 de August de 2010 at 8:39 pm
  • Charly
    Reply

    Hola José Ramón,

    Con todo respeto, tu mail me resulta poco productivo para discutir. Si ya considerás que la expresión, que dista de ser algo central en mi argumento, “La Cultura está conmovida…” es un argumento absoluto (por el contrario, es el colmo de lo relativo) que no “resiste la lógica aristotélica”, me parece que va a ser difícil sacar algo en limpio.

    Si para vos el Individuo es un concepto hueco que no está realmente claro y que no reviste una practicidad evidente, te respeto, pero no sé cómo progresar ni remotamente en el intercambio contigo.

    Por último, la escenificación cultural de “los homosexuales que quieren ir a la guerra” y todas sus interpretaciones posibles, se alejan del interés en el sentido de que escapa al tipo de situaciones que, en mi opinión, este artefacto llamado Cultura Independiente que estamos tratando de construir aquí debería tratar de “cubrir” desde la teoría.

    Hola Greta, varias cosas:

    1) Veo que, posiblemente, una de las causas del primer desacuerdo provenga de lo que elegís definir como Cultura Independiente. Yo elijo plantear una noción de CI bastante diferente, a la cual prefiero pedirle más cosas, en parte para que sea un concepto bien práctico y significativo.

    Quiero llamar CI a una cultura que, entre otras cosas, maximice su capacidad de cuestionamiento a la mayor cantidad de naturalizaciones e inercias de lo dado. De este modo, la CI, si existe, tiene todas las chances de ser abismalmente minoritaria, como una florecilla muy extraña que crece debajo de alguna roca perdida en la montaña.

    En tu pregunta, ni el gay que se quiere casar, ni el soltero que no, son, apriori, independientes ni mucho menos.

    2) Nadie habló de intentos maquiavélicos. El problema es que cuando un sistema es lo suficientemente complejo, es tentador (y útil) hablar de “comportamiento”, pero simplemente como un modelo para describir lo que emerge.

    Esta ley fue promovida por un grupo de individuos disconformes que ejercieron una acción (vos decís positiva, yo digo lo contrario) para lograr un cambio. ¿Y? Eso no inmuniza contra ninguna lectura eventualmente negativa del caso.

    Después, creo que confundís comprensivismo (interpretar para comprender) con justificar y validar automáticamente la lectura que hacen los actores del caso. La hermenéutica te invita (a vos) a hacer tu propia interpretación, lo demás es manifiestamente indulgente. En este caso puntual, no veo mucha polémica respecto de lo que buscaban los actores, “significado” que, como puse en un post anterior, luce una nobleza discutible (“Considérenme igual, por favor, se los pido, es importante para mí, déjenme entrar en su sociedad!”).

    Continuás después hablando de las “consecuencias inesperadas de la acción”, como si las evidencias del carácter discriminatorio del matrimonio no fueran escandalosamente ostensibles! Pensar que el espíritu de una reglamentación de una institución intrínsecamente discriminatoria puede no ser en sí discriminatorio me parece, por lo menos, tirado de los pelos.

    3) Hablando de indulgencia, leamos, como proponés, a Arendt, quien de manera coherente a los lejanos tiempos en los que le tocó vivir y pensar, nos dice (y te cito):

    “ante lo que parece ser un universo caótico donde los resultados no se condicen con las intenciones, el hombre tiene dos formas de evitarlo: a través del perdón y a través de la promesa”

    Más allá de la tristeza filosófica que destila, para pedir perdón y prometer solucionar, primero hay que reconocer el problema, y acá el “progresismo” no reconoce ningún problema!

    Todo lo contrario, pocas veces ultimamente se vio al “progresismo” tan “redondo” en su conformismo.

    Tanto el hecho de que se haya derrotado a “una minoría poderosa” como el haber podido debatir del tema no pueden de ninguna manera constituir puntos a favor per se. De nuevo, el fortalecimiento simbólico del matrimonio después de esta jugada es evidente, de manual!

    4) Plantear la cuestión de la discriminación como una competencia entre damnificados me parece disparatado y perverso. Sería partir de la premisa de que en los cambios siempre alguien tiene que perder, y esto no tiene por qué ser así.

    La discriminación hacia los solteros, por otro lado, trasciende largamente lo económico más allá de que tenga características diferentes.

    Desde el punto de vista del valor simbólico de la “victoria”, me animo a poner en duda ese capital: la Cultura Central reafirmó sus términos.

    ¿Cuáles son?

    “Los guetos funcionan como constructores de identidad…”

    “El matrimonio es libertad e igualdad…”

    “Es muy importante lo que piensen los demás de vos y que te lo reconozcan, es muy importante que puedas usar las mismas fracasadas instituciones que la manada…”

    ¿Y si discutimos problemas de fondo?

    “Mmm, no, mejor no, ¿por qué antes no reafirmamos a la familia como base de la sociedad, y hacemos una fiesta de la democracia?”

    6 de August de 2010 at 3:34 am
  • Iván
    Reply

    Hola gente,

    Interesante el planteo de la tolerancia Charly, no lo había tomado en cuenta. Me resulta inevitable siguiendo el hilo del debate imaginarme si es inevitable la construcción de una cultura predominante capaz de sustentar sus proyectos, tanto congruentes de sí cómo también independientes.

    ¿Para construir potencialidades individuales primero tenemos que desarrollar otro esquema generalizador?

    Mis disculpas si ofendí de alguna forma con mis comentarios.

    10 de August de 2010 at 1:26 am
  • Magdalena
    Reply

    Hola a todos,

    En base a la publicación del debate “El circo de la aparente diversidad”, y a los comentarios surgidos en este foro en torno a la aprobación del matrimonio igualitario, quisiera apuntar lo siguiente.
    El artículo aludido comienza reflexionando acerca de que la familia es la célula elemental de nuestra sociedad, y la descendencia biológica, que mediante aquel se alienta, es alentada por el estado como institución y forma de vida por sobre la del modelo single, o de los solteros.
    Si bien coincido en señalar que la familia es esta célula fundamental, la misma difiere del matrimonio. Por otro lado, que el estado aliente la difusión de esta fórmula no me parece tan evidente.
    La familia ha ido modificándose con los años: haciendo algún recorte (difícil no hacerlo para hablar de algo más o menos concreto), desde la familia campesina, que constituía a la gran mayoría de la población en la Europa medieval, y en la que mayor cantidad de hijos significaban más manos trabajando, y que era la célula fundamental de la sociedad ¡y de la economía!, luego trasplantada a las Américas en los albores de comienzo del auge capitalista, hasta la familia burguesa pasó bastante agua bajo este puente. Hoy, en el marco de una sociedad en la que la familia es, como bien se menciona en el artículo y entre paréntesis, de notable diversidad, el matrimonio no puede seguir considerándose como equivalente de familia y de descendencia biológica sin por lo menos poner una nutrida nota al pie. No es por otro lado la fuente principal de financiamiento o la fuerza de trabajo fundamental, sino una de ellas. Es decir, la generación de energía, que no puede claro está independizarse de la necesidad de descendencia biológica a mediano plazo, no depende sin embargo de esta forma institucional básica y medio demodé para su reproducción en forma sine qua non: la familia no es el matrimonio, y con solteros sin hijos las cosas, a veces son más fáciles. En principio y con miras cortas quizás…

    En cuanto a los subsidios que el estado brinda a las familias, y que el régimen es de por sí y por ende poco igualitario, me parece un punto importante a resaltar, pero insisto, esto no tiene necesariamente incidencia directa en el matrimonio. Sin embargo, el usufructo que el bando retrógrado haga de este diseño social es de hacer notar, sin dudas. Pero eso no es lógicamente contradictorio con la idea de que una sociedad es más igualitaria si más personas, y más fórmulas y más modelos acceden al pasaporte para esa mayor igualdad.

    Por otro lado, hay muchas veces un abismo entre las “categorías” y las “prácticas” que de alguna forma se sigan, sancionen, u observen. O incluso modifiquen. Es así como es evidente que el aumento de las personas solteras en los países desarrollados se ve en cualquier estadística que las mida, y como muchas empresas y demás empleadores no han dejado de algún modo de, digamos, favorecer a los solteros y sin hijos pues son más baratos como empleados. Es decir, una cosa son las categorías, por ejemplo, de lo que significa la igualdad o la libertad en determinado contexto, o de lo que se entiende por pauta social X, y otra son las prácticas, cómo la gente parece estar manejándose con respecto a distintos asuntos fundamentales sobre las formas de vivir.

    Se estuvo intentando aclarar en este foro qué es cultura independiente, y se escucharon también pronunciamientos acerca de que en realidad se trata más bien de las culturas, con lo cual concuerdo. No sería quizás mala idea intentar definir también qué estamos entendiendo cuando hablamos de cultura central. Y lo primero que se me ocurre es que no necesariamente esto tiene que ver con el estado en forma directa, pues la incidencia del mismo en la reconfiguración de las instituciones principales, y entonces de la cultura central seguramente, de nuestras sociedades ya no solo están pautadas por la instancia estatal. Sino, por otro lado, pareciera que la gente no tiene incidencia alguna, o que el estado es algo que solamente existe más allá de las posibles acciones de los individuos o de los grupos más o menos corporativos.

    Por último y retomando lo del matrimonio, se mencionaba que con la sanción de la ley que aprueba el matrimonio igualitario se fortalecía de forma simbólica esta institución. Pienso que esto no tiene porqué ser así en la realidad. Pienso que, en todo caso, que ahora todas las personas independientemente de su orientación sexual y de la forma de familia que estén considerando sean aceptadas dentro de la institución matrimonial, es decir, que se multipliquen las opciones para una forma básica, no indica mayor preeminencia de esa forma. Sigue siendo una opción, pero solo que ahora lo es para más personas, para más modelos, y es pues una institución menos retrógrada, menos discriminatoria. Eso no tiene porqué fortalecerla de forma automática.
    Más acceso a subsidios? Pues depende de qué subsidios hablemos no tendría porqué representar ninguna forma de actitud parasitaria o clientelista o falto de imaginación para con la cultura central.

    Eso es todo por ahora. La seguimos.

    Saludos.

    10 de August de 2010 at 3:51 pm
  • Lau
    Reply

    Hola Malén, cómo va? Bueno, la verdad que tengo que admitir que pese a tu explicación de por que debería verse escindido al matrimonio de la cuestión familiar, no logro captar el punto. Si bien la estructura familiar ha mutado a lo largo de todos estos años (incluyendo en la actualidad familias extendidas, monoparentales y otras variantes) honestamente no creo que esto haya modificado la centralidad que la misma tiene en esta sociedad, más que como fuerza económica que tal vez como vos decís puede estar más compartida hoy en día, sino como fuerza cultural y social. Puede haber cambiado el formato, pero la esencia considero es la misma.

    Respecto de la diferenciación entre “categorías” y “prácticas” no estoy tan segura de que lo que uno cree o proyecta para su vida no tenga incidencia en planos digamos “más prácticos”. Aunque haya más solteros como decís y que efectivamente se los considere en algunos ámbitos/aspectos (habría que ver bien esto de todas maneras con ejemplos más concretos porque es discutible), no implica que haya que dejar de observar e intentar modificar las pautas sociales retrógradas. Me parece que las categorías y los conceptos que acuñamos, “lo que significa la igualdad o la libertad en determinado contexto”, son cosas que terminan condicionando como vivimos, más allá de que ciertas facetas de la realidad parezcan demostrar por momentos lo contrario. Me parece que sino caeríamos en un especie de facilismo o en un análisis poco riguroso de la cultura, como decir, porque la cantidad de solteros va en aumento, no nos preocupemos acerca de cómo se piensan ciertas cuestiones, total la realidad en lo práctico los va a favorecer…

    Coincido con vos en esto que planteas de que una definición de “cultura central” no debería limitarse únicamente a la esfera estatal. Me parece que es algo que tiene relación con formas hegemónicas de proyectar y vivir la propia vida. De hecho, presiento que lo fundamental en este concepto tiene que ver primeramente con un posicionamiento único y más bien predeterminado del individuo ante las preguntas más trascendentales de su vida, más que el rol y las acciones que el Estado ejerce en esta situación -que igual son relevantes ojo.

    Finalmente, con respecto a lo que decís de que por el simple hecho de que una institución poco igualitaria como es el régimen matrimonial ahora sea accesible a más personas, esto lo hace menos retrógrado, la verdad es que no estoy de acuerdo. Me parece que el hecho de que más gente puede acceder al mismo, podrá hacerlo parecer más “pro” o más moderno, pero de nuevo como hablábamos antes con respecto a la familia, no necesariamente cambia algunos conceptos centrales que son a mi parecer totalmente demodé y bastante conservadores hoy en día (respecto del rol de la mujer, de las potencialidades de las relaciones humanas y del individuo mismo, etc).

    No nos dejemos engañar por nuevos envases que adentro traen lo mismo de siempre.

    Besos!

    10 de August de 2010 at 4:51 pm
  • Charly
    Reply

    Hola Magdalena,

    La verdad es que me cuesta decodificar la primera parte de tu mensaje. Pero lo que me parece es que familia y matrimonio no necesitan ser equivalentes, porque de hecho son dos entidades de diferente nivel. El matrimonio es la institución mediante la cual el Estado señaliza el tema familiar e interactúa con él. A través de esa herramienta se inmiscuye directamente en los ámbitos relacionales y otorga los subsidios mencionados.

    En tu segundo párrafo coincidís con que la relación entre el Estado y las familias deviene en un régimen poco igualitario pero, de manera incomprensible para mí, lo escindís del matrimonio. Después terminás diciendo que una sociedad se vuelve más igualitaria si “más fórmulas y modelos” acceden a ese pasaporte (que es injusto). Más allá de la contradicción lógica, usás una palabra interesante que es “pasaporte”. Si hay un Estado que extiende “pasaportes” relacionales, y ese Estado tiene una política discriminatoria sobre la base de sus objetivos estratégicos, no hay manera de que el combo no sea discriminatorio.

    Después, el hecho de que haya cada vez menos gente que se casa, no implica que el matrimonio no “esté dispuesto” a dar una pelea contra-tendencial, al costo de extender algunos “pasaportes” adicionales.

    Con respecto a la Cultura Central, nunca se pidió restringirla al Estado. Pero el Estado es sin dudas un accionista importante de la CC. Y porque queremos darle entidad a la CI, es que es difícil pensar que acá se trasluce poco margen de acción para el individuo. Todo lo contrario, si la CI se anima, la CC poco puede hacer para conservar sus “colonias culturales”.

    Y finalmente, es realmente curiosa la manera en que tratás de argumentar en pos del no fortalecimiento del matrimonio resultante. Si hay más público y “opciones” para una institución (que venía en decadencia), si inclusive para algunas miradas (por ejemplo, la tuya) el matrimonio se convierte en algo “menos retrógrado, menos discriminatorio” en tus palabras, ¿no se fortaleció simbólicamente?

    ¿A vos te cabe alguna duda de que esta percepción, este “ablande” por aggiornamiento, no es mayoritaria?

    Fortalecimiento simbólico es precisamente eso.

    Saludos!

    10 de August de 2010 at 6:18 pm
  • Taia
    Reply

    Hola a todos,
    Creo que frente a cada situación que surge y se plantea, uno encuentra puntos claros en donde responde: “Estoy de acuerdo y lo avalo”, pero existen también esos puntos blandos donde no podemos ser tan unilaterales si nos paramos frente al tema.

    La primera reacción, la que salió sin filtros cuando me enteré de la noticia sobre la ley, fue de alegría. Supongo que será porque tengo la oportunidad de conocer a personas con preferencias sexuales distintas, con las cuales he compartido y comparto muchos momentos de mi vida y automáticamente sus rostros vinieron a mi.
    Luego de varias discusiones entre compañeros y amistades, he escuchado cosas como “se está destruyendo la familia con esta ley, la cual es la base de todo”, o “me da lo mismo siempre que no adopten”, inclusive “directamente no opino”.
    Con respecto a que esta ley sea motivo de destrucción de la institución “familia”, quito la palabra institución y me quedo con familia que ya de por si tiene su significado contundente, no estoy de acuerdo. Sería hacer la vista gorda a las situaciones familiares que se viven hoy en día. Antes de esta ley ya tenemos familias distanciadas, padres separados que discuten tenencias, hijos que no llaman padres a sus padres, y situaciones mucho más violentas que podríamos describir que también suceden. Sin justificar, pero si creyendo que por distintas razones son conclusiones de la “evolución de la involución”, la cual deja de lado lo más simple y certero que es lo que unió principalmente a dichas familias.
    Cuando hablamos de adopción, este es un punto que para mi es “blando” como describí arriba. Allí me encuentro con mis limitaciones, dudas, porque me es difícil pensar que sentirá un niño cuando al crecer descubra que tiene dos padres o dos madres. Porque mi duda no se encuentra en el cariño que pueda ser brindado a los pequeños, sí la encuentro en el efecto en los segundos. Aún así también reconozco que hay niños que están confundidos y maltratados por sus propios padres quienes tomaron sus votos “como corresponde” hace tiempo atrás, siendo dos personas heterosexuales unidas por un vínculo de pareja.
    Tratando de ampliar la vista, creo que no podemos generalizar nada. Caeríamos en hablar de “masas” en lugar de “personas”. Hoy en día ya hay tanta diversidad en todo, lo cual me parece genial, quitando obviamente casos que no avalaría nunca por propios valores, pero si nos quedamos con palabras o conceptos y no entreabrimos la puerta para ver un poco más adentro, reitero, generalizaríamos y con esto utilizaría la metáfora de “significantes y significados” los cuales muchas veces difieren en los usos.
    Trato de pensar que siempre que se respeten los valores, el buen trato, el cariño, y pueda existir una real unión, las cosas funcionarán mejor. Y no es tener apatía o utilizar una postura cómoda, sino, ser consciente que ante una ensalada de frutas (hablando con respeto de la diversidad de nuestra sociedad) hay un poco de todo y si agregamos un ingrediente nuevo, probablemente cambie el gusto al resto. La desvirtúe o tal vez la haga más sabrosa.

    Esto que escribo es netamente mi opinión sin intensión de dañar a nadie con mis comentarios.

    Saludos !

    11 de August de 2010 at 1:06 pm
  • Babu
    Reply

    Hola Taia, no veo en la progresión de este debate ninguna mención a la destrucción de la familia como consecuencia de la modificación hecha a la ley de matrimonio. Por el contrario lo que aquí está en discusión es si esta nueva norma apuntala o no la institución matrimonial. Y la hipótesis propuesta por Charly en el viewpoint disparador es que justamente en nombre del respeto por la diversidad se está consolidando una institución decadente y discriminatoria como el matrimonio.

    Entiendo la pulsión que te lleva a asociar, de manera positiva, este nuevo escenario con la diversidad de relaciones humanas y formas de vida que describís. Pero, justamente, creo que hay una falencia en ese razonamiento. Si reconocemos que el matrimonio y la familia constituyen el modelo tradicional de organización social y por otro lado visualizamos que aparecen nuevas formas de relacionarse y planificar la vida, no parece desprenderse un fundamento para integrar esas nuevas formas a las tradicionales.

    Pareciera haber cierta necesidad de catalogar a cualquier forma de vivir como una distinta forma de familia. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Todos vivimos en familia? Por ejemplo, yo vivo solo y tengo con mis amigos una relación cotidiana, entrañable, estratégica. Alguien podría decir que ellos son como mi familia. ¿Pero para qué rotular de esa forma? Yo pienso que en la medida en que esa mención coloquial esté asociada a una serie de exigencias y prerrogativas, que emanan del Estado y que no se pueden soslayar, jamás aceptaría que alguien catalogue mi vida como una nueva forma de relación familiar.

    Sin embargo, parece que todos quieren ser del equipo del matrimonio y la familia, hasta piden por favor que los dejen entrar a ese combo que, nunca perdamos de vista, está pensado desde el Estado como un modelo hegemónico de organización social que nada tiene que ver con la diversidad y que parte de la premisa de beneficiar a los que lo integran en perjuicio de los que no adhieren al mismo. ¿Dónde está el progresismo al pelear por la integración a ese modelo y validar la injerencia del estado en decisiones exclusivas de la vida privada de la gente?

    Creo que el factor económico (los beneficios asociados a la libretita) no explica del todo la pasión por casarse y formar una familia. Muy por encima de ese aspecto visualizo una cuestión cultural muy perversa: la necesidad de ser parte de la Cultura Central a cualquier costo, sin importar lo decadentes que sean sus instituciones o el malabarismo discursivo que legitima la transición que lleva a alguien desde el lugar de discriminado a la integración a las instituciones discriminadoras.

    Saludos!

    11 de August de 2010 at 8:10 pm

Post a Comment