Los límites de la queja

Leyendo las noticias me encontré con una nota de un periódico inglés que cuenta cómo aumentaron los reclamos de los alumnos ante la “Office of the Independent Adjudicator for Higher Education” (OIA), entidad oficial que se ocupa de dirimir los conflictos alumno/universidad.

Lo que más me sorprendió de la nota fue la explicación que Rob Behrens,
Jefe Ejecutivo de la OIA, ofrecía ante el fenómeno de alumnos que reclaman cada vez más. Según él, uno de los motivos por el que las demandas han crecido reside en el hecho de que los aranceles han aumentado como consecuencia del recorte en el gasto público. Y con esto no se está refiriendo a que como las cuotas son más altas los reclamos son sobre el precio de ellas, de hecho el contenido de las quejas continúan siendo los mismos (notas, evaluaciones, falsas acusaciones de plagio, etc.), sino a la lógica de que como pagan más que antes deben tener mejores prestaciones. ¿Cuál es el problema con esto? Definitivamente es loable que los alumnos se permitan presentar sus críticas, pero saber que las mismas se incrementan en proporción directa con las cuotas es un tanto alarmante…

Sin intenciones de usar este espacio para discutir cuestiones sobre la educación publica o la dinámica del capitalismo, me pareció que este es sencillamente un buen ejemplo de una línea de razonamiento que, creo, está muy difundida y arraigada en nuestra cultura (de hecho el mismo Behrens la aplica): que la crítica a cualquier fenómeno sólo se avala si hay un contrato de por medio, un pago y contraprestación. El problema se hace aún más evidente cuando la situación se revierte: siguiendo esta lógica los fenómenos “gratuitos” no son plausibles de ser criticados. Por ejemplo, como se mencionó en otro comentario de este foro, en las páginas web la publicidad invasiva es aceptada sumisamente debido a que leer las noticias por ese canal es gratis. El caso del voluntariado también da que pensar sobre el tema: cualquier ciudadano con buenas intenciones pero sin credenciales de formación u experiencia puede dar clases de apoyo escolar. A nadie se le ocurre criticar esta realidad y oponerse a la lógica del “es mejor que nada”.

http://www.independent.co.uk/news/education/education-news/student-complaints-to-adjudicator-about-their-university-soar-by-a-third-2000534.html

Riorevuelto
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  • Charly
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    Hola Greta, interesante lo que planteás, pero en este caso no coincido por lo siguiente:

    El hecho de que una situación en donde no hay un contrato deba someterse a parámetros de crítica no implica que la existencia de un contrato no sea una condición especialmente relevante para plantear exigencias. En resumen: todo debería poder criticarse, y si existe un pago las exigencias probablemente crezcan, y eso no deja de ser razonable.

    En segundo lugar, creo que la Universidad debe ser de las instituciones más subsidiadas culturalmente -y de otras formas también- de nuestro escenario contemporáneo, lo cual hace que haya una tendencia a inhibir las críticas hacia la misma, más que a realizarlas en exceso.

    Por último, si bien acuerdo conceptualmente en lo que planteás del voluntariado, la expresión "…con buenas intenciones pero sin credenciales de formación o experiencia…" me remite justamente a este subsidio mencionado anteriormente: lo que valen son las "credenciales".

    Creo que el concepto de la acreditación como valor importante vive, afortunadamente, una profunda crisis, obligando a que empecemos a enfocarnos más intensamente en la cuestión de fondo respecto de la formación, más allá de los espejitos de colores que nos quiere vender la Cultura Central a través de la Universidad.

    15 de June de 2010 at 6:14 pm
  • Lau
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    Hola Greti! Bueno, que casualidad, yo hoy también había estado ojeando una nota de la BBC sobre lo mismo. Sinceramente, tengo algunas dudas con respecto a lo que planteas, que sin bien entiendo, viene por el lado de cómo ciertos fenómenos económicos inhiben o fomentan la crítica.

    Yo la verdad no creo que el tema de la crítica sea algo que se manifieste proporcionalmente según lo que se paga. En el caso de la universidad, no sé si el fenómeno sea exactamente que “a más paga, más se puede criticar”, sino que simplemente, y en especial en el último tiempo, los alumnos y padres están ejerciendo su derecho como consumidores ante una institución que cada vez da menos abasto con lo que se supone que debe brindar.

    En el caso de las publicidades, me parece que la presencia o ausencia de crítica, de nuevo, se manifiesta por cuestiones puramente culturales, más relacionadas con lo poco acostumbrados que estamos al ejercicio de la crítica en general, la naturalización de la publicidad y su rol en la sociedad y otros fenómenos… Me cuesta pensar que el “caudal de crítica” pueda verse ocluido por el simple hecho de que el canal donde se difunden ciertos avisos sea gratuito. Creo que el tema es de una complejidad mayor.

    Creo que lo que atraviesa los tres casos que citas, más que los factores económicos, son las consideraciones culturales que los tiñen y la connotación que tiene el ejercicio de la crítica hoy en día.

    Por otro lado, creo que el problema del voluntariado tiene que ver no exactamente con la falta de "credenciales oficiales”, como comentas, sino entre otras cosas con la poca conciencia que se tiene sobre el impacto en la predisposición del que es ayudado y la medición de estos efectos.

    A mí las notas estas me señalan más que nada la crisis del modelo académico, y como la única crítica, lo cual es lamentable claro, aparece en forma de reclamo sesgado por el tema de la paga y las contraprestaciones que se esperan. Me parece que las quejas van a seguir llegando no sólo como dice Rob Behrens porque los aranceles han aumentado, sino porque el mundo está cambiando y la universidad parece quedarse cada vez más en el pasado…

    Besitos!!

    15 de June de 2010 at 6:33 pm

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