Algún relato sobre “El Relato”

A veces los temas tratados en la reunión del Club I+ quedan aleteando en mi cerebro como si fueran las ondas que se forman en torno a una piedra que se tira en un lago calmo, están ahí como muestra y evidencia de que algo pasó, de que ese tiempo no fue intrascendente y anodino.

Su altura y persistencia dan cuenta del tamaño de la piedra que las originó, pero indefectiblemente, todas tienden a espaciarse como la frecuencia del 107 después de las doce de la noche.

La reunión de este último jueves me dejó con varias líneas de pensamiento inconclusas, sin una resolución que me satisfaga, como si fueran caminos abandonados en donde el tiempo lentamente va borrando sus bordes y comenzaran a mimetizarse con su entorno.

Algo había charlado con Carlos al principio de la reunión, en ese tiempo de apabullante despliegue de netbooks, grabadores y trípodes, respecto que a veces me surgían dudas y preguntas acerca de las cuales no tenía respuestas y sí pocas certezas.

La reunión del último jueves acrecentó estas preguntas y, debo decir, me exigió posicionarme en algún punto para plantear mis ideas.

Misteriosamente, las dudas pre-reunión se podrían engarzar con el desarrollo de ideas que esboce en el fragor del intercambio que se estableció al filo de la medianoche.

En la charla se habló de la importancia de establecer un relato que acompañe a la acción, que la nutriera de sentido, la enriqueciera y a través del establecimiento de una conexión hacia una dimensión épica posibilite un movimiento de ida y vuelta que la retroalimente y la potencie y en este juego de acción y reacción la intención original de la acción muchas veces puede ser cambiada y que, en cierto sentido, esta mutación es lo que da crecimiento al individuo.

Hasta aquí un acuerdo pleno.

Luego vino el pantanoso terreno de los ejemplos. El gol de Diego a los ingleses, el atentado a las Torres Gemelas (al margen de todo: no puede negarse el derroche de imaginación que exudan las reuniones).

• ¿Diego tenía un relato mientras mareaba (sí, soy sup-cincuenta) a sus rivales?
• ¿Los pilotos Mohamed Atta, Marwanal AlShehhi y Hani Hanjour (gracias Taringa!) tenían un relato mayor o mejor que Ziad Jarrah del vuelo 93?
• ¿Pueden estas acciones catalogarse de mejor o peor "relatadas" a la vista de sus resultados?
• ¿Hasta que no termina no hay catalogación posible del relato?

Si la pelota hubiera dado en el palo o si le hubieran errado al 1 WTC, claramente las cosas serían distintas, no me cabe duda, pero si el relato que las origina es previo, si habitó primero en la mente de sus autores, si Diego se durmió la noche previa soñando con eludir medio equipo inglés y hacer un gol o si los muchachos de Al Qaeda pensaron en todas las vírgenes que les esperaban por haber golpeado mortalmente al Gran Satán de turno, ese relato es independiente del resultado.

Tal vez, la reconstrucción que nosotros hacemos ex-post del hecho sería lo que cambie, pero para los autores su relato sigue incólume.

Creo que todos tenemos un relato, algunos de ellos son originales y tienen el potencial de modificar el entorno en que vivimos, otros tal vez no, tal vez sean la única manera de dar sustento ideológico a un conjunto de acciones adocenadas, abúlicas y sin otro objeto que sostener materialmente la existencia de sus autores.

Me acuerdo en algún punto entre el ´73 y el ´74, todos mis amigos y yo nos fuimos a probar a Vélez (era el club de nuestro barrio), mientras nos cambiábamos en el vestuario, les puedo asegurar, que todos teníamos un relato en nuestras cabezas, algo épico y destinado a cambiar el mundo del fútbol.

Noventa minutos después seguíamos siendo los mismos chicos de Villa Luro que jugábamos en la plaza "Derechos del Hombre" de Irigoyen y Juan B. Justo, pero hubo relato y existió esa interacción vivificante… sólo faltó un poco más de habilidad.

Riorevuelto
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  • Charly
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    ¡Qué buen comentario Dani! ¡Y qué bueno que podamos disfrutar de tus expresiones no sólo en el Club, sino también en el foro!

    Me gustaría intentar justificar, como primer paso, el planteo realizado el otro día respecto de que la Cultura Central incita a la licuación de los relatos, que sería el segundo tema de tu post.

    Sería práctico de mi parte plantear la existencia universal de los relatos y relegar a una cuestión de matices, densidades o valores la discusión competitiva de los mismos, en vez de pagar un alto costo "argumental" para negarle ese existencial lógico a los relatos "de segunda", y tengo que decir que el sentido práctico me suele tentar mucho, sobre todo cuando se da una discusión fácilmente encuadrable como "de uso del lenguaje".

    Sin embargo, tengo la fuerte sensación de que en este caso particular, vale la pena el "capricho"… ¿Por qué?

    Creo que existe un antes y un después en la historia de los relatos a partir del contexto cultural actual. Por un lado, el emergente de condiciones existenciales extremas (colapso de la cultura institucionalizada, posibilidad de expandir la vida humana, posibilidad de acabar con la vida a nivel planetario), hacen que la estrategia de generar un relato y habitarlo sea tan conveniente para la Cultura Central como para un productor de Hollywood embarcarse en la narración de una historia genuina.

    Los relatos actuales, en mi opinión, son más fragmentarios y largamente menos "vivibles", no representando una apuesta constitutiva seria por parte de quien los emplaza.

    Por eso sostengo que el relato, como construcción habitable de una porción mayoritaria de nuestras vidas y guía de continuidad de la experiencia individual ha llegado a un punto de dilución comparable con su lisa y llana ausencia.

    Cuando observamos el cambio que se ha producido en los últimos años en cuanto a la nominación de proyectos de vida, nos encontramos con la clara pauta de que se ha reemplazado progresivamente lo que era un modelo tradicional orientado a una visualización estructurada de su devenir, por una especie de limbo de máxima espontaneidad que justamente intenta dinamizar la vida a partir de una captación instantánea (y por ende tendiente a la discontinuidad) de sus contingencias.

    Fragmentos o rémoras de algún relato pueden subsistir en algunos casos, pero no constituyen "domicilio existencial".

    El viraje profundo a estas nuevas estrategias de visión y gestión de la propia vida quizás sí se deba, en algún punto, a la subterránea reflexión acerca de los malos resultados históricos. Si el relato tercerizado, estilo aviso del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no ha hecho otra cosa que inspirar y generar fracasos personales, no parece descabellado que se le dé una chance a un reflejo práctico de paulatino desarme de tan costosa estructura.

    Los tiempos actuales necesitan herramientas y focalizaciónes que alivianen la carga, responsabilidad y profundidad de la gran bomba llamada "situación".

    La "estación Situación" es la que sigue reclamándole a este presente por una latencia de continuidad, y evidentemente todo lo que contribuya a "de-situacionalizar" nuestros momentos será bienvenido por este sentir hegemónico.

    La herramienta del "relato" está demasiado relacionada a la imaginación, la complejidad, las dudas y las conexiones con orígenes y destinos como para ser tolerado por el compulsivo "back to basics" nuestro de cada día.

    28 de May de 2012 at 1:59 am
  • Lau
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    Hola a todos, secundo lo del placer de leerte Dani, y quería simplemente aportar con dos pequeñeces.

    Por un lado pienso que una tentación muy grande, que surge a raíz de no sólo extirparle sentido a la discusión comparativa de modelos de vida sino también a la evaluación de los éxitos y fracasos propios, sería disociar el relato de los resultados. Tiendo a pensar que si un relato es lo suficientemente "Aeróbico" (habitable), como se planteó en la reunión, y orgánicamente continuo hay más chances de que encuentre su camino de nuestra cabeza a la realidad. Quizás es un pensamiento un tanto naive, pero también entiendo que si empezamos a especular con el valor inherente de los relatos independientemente de lo que suceda luego en nuestras vidas se está perdiendo algo…

    Por otro lado y para quizás reforzar un poco la idea del cambio que ha operado en los últimos años en la Cultura en relación al desmantelamiento progresivo del relato personal, como explicaba Char, es interesante observar el éxito de ciertos productos culturales recientes como por ejemplo en el ámbito televisivo series como "Portlandia" o "Bored To Death" que a la usanza "Seinfieldiana" tienen tenues o casi nulos hilos argumentales centrales y se caracterizan por el fraccionamiento situacional.

    Me pregunto además si el gusto por crear "postales" visuales a través de las numerosas aplicaciones que aparecen disponibles hoy en día no se vinculará de algún modo con esta fragmentación, como si se estuvieran creando fotogramas que no necesariamente conectan con el siguiente, en una especie de no-película.

    29 de May de 2012 at 4:29 pm
  • Daniel
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    Agradezco profundamente lo expresado por Laura y Carlos respecto de mis comentarios pero no hago más que intentar estar a la altura de este espacio de intercambio de ideas que me ayudaron a descubrir y a transitar, las más de las veces como lector y las menos como escriba.

    Como dice Carlos (decir el nombre completo es parte de mi estrategia deliberada de "envejecimiento" del otro…. una vileza… jajaja) hay un camino fácil hacia la discusión acerca del uso del lenguaje, pero también creo que a veces es necesario producir una puesta en común de ciertos "sentidos" que les otorgamos a las palabras para no producir una toma de posición como si estuviéramos hablando de lo mismo cuando en realidad aludimos a cosas distintas.

    Explico desde que lugar del "uso del lenguaje" me paro:

    Creo que están los actos, las acciones que hacemos o emprendemos.

    Entiendo que precediéndolas se encuentran nuestras motivaciones, nuestra justificación interna acerca de porqué hacemos tal o cual cosa.

    Y también están los resultados de nuestras acciones, las cuales pueden ir desde un punto al otro del arco que va del fracaso al éxito, entendiendo a estos dos polos como así también a sus infinitos puntos intermedios como la adecuación de los efectos de mis acciones al plan mental que me proyecté con antelación a su factura.

    No anida en mí el deseo de negarse a evaluar los resultados, creo que son fundamentales para ver si las realizaciones de una persona se adecuan con sus expectativas.

    Coincido con ambos en detectar una especie de "empobrecimiento" de la magnitud de los relatos de vida: bastaría con oponer lo que pudiera pensar un habitante de la edad media que se deslomaba hasta llegar a la muerte trabajando en la construcción de una Catedral en el marco de una sociedad Teocéntrica con el pobre inmigrante -generalmente indocumentado- que trabaja en condiciones de semiesclavitud en un taller de confección de ropa en el bajo flores en una sociedad que se define Antropocéntrica y hace gala de la defensa de valores como la dignidad del trabajo y la libertad de tránsito.

    Obviamente estas caracterizaciones están estetizadas y simplificadas a los efectos de sostener estas ideas, probablemente la realidad de ambos ejemplos descalifique su uso con tanta liviandad de mi parte.

    Así como creo que en el hombre anida una vocación de eternidad y en tal sentido la mejor salida posible hace miles de años, cuando las condiciones de sanidad no auguraban más vida que algunas décadas, fue el refugio en el relato de "la otra vida" que prometían (y aún prometen… vaya yo a saber si serán reales estas promesas) las religiones y en un plano más palpable establecer una continuidad vital a través de la descendencia, creo que la degradación de nuestros relatos va de la mano de una sociedad que nos propone día a día actividades cada vez más adocenadas, banales, externas a nuestros deseos y con las cuales, la gran mayoría, a duras penas logran conseguir su sustento económico y un poco más para consumir embrutecidamente otras vidas en las pantallas de los cines o en esos míticos quince días de goce total con que se "faceboquea" (perdón por el neologismo y las castellanización forzosa) a las vacaciones.

    Me parece que las acciones y su relato, son como las ruedas de una bicicleta, ambas tienden a ir a la misma velocidad porque de lo contrario se rompe.

    Creo que esta disminución de los horizontes de nuestros relatos oficia como una suerte de reflejo de supervivencia, de un mecanismo de autoconservación por el lado del menor esfuerzo.

    Creo que la cultura central constantemente nos pone carteles de reducción de velocidad, nos quiere convencer de la existencia de un solo camino y una única dirección, ese es su relato que, como fuera dicho, tercerizadamente podemos comprar para ni siquiera desgastarnos en crear el propio.

    Una vida monótona de oficinista con relatos dignos de un Indiana Jones Recargado (por decir un nombre) debe dar como resultado una vida esquizofrénica, una persona en constante ensoñación como si fuera un "avatar" de su ser relatante.

    Y debo decir que la situación inversa no se me ocurre como podría caracterizarse.

    Por eso, ante la disociación entre el relato y nuestras acciones, la persona se asoma a una disyuntiva de hierro: Hacer que la rueda más lenta se acelere hasta alcanzar a la otra, o por lo contrario, echar mano de los frenos.

    A los efectos de que no se me malinterprete, quisiera vindicar la pelea que hay que dar para elevar nuestro relato y nuestras acciones, creo que el hombre, todo hombre, es capaz de lo increíble, su materia prima está moldeada para la libertad y el crecimiento personal, padecemos una sed de bien, entendido este como el completo desarrollo de nuestras potencialidades.

    En otras palabras y siguiendo el ejemplo (hasta lograr que lo odien), hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para aumentar la velocidad de ambas ruedas de la vida.

    Finalmente y como toque de color, en "Bátman Inicia" la chica le dice a nuestro amigo encapotado (aunque en ese momento estaba viviendo su vida de jóven, rico y soltero) algo así como: "No es lo que eres por dentro lo que te define, sino lo que haces"

    30 de May de 2012 at 12:54 am
  • Babu
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    Realmente muy inspirador este intercambio!

    Leyéndolos, me vinieron a la mente imágenes de la novela utópica de Ursula K Le Guin, Los Desposeídos. Como muchos sabrán, la historia transcurre en un planeta llamado Urras y en su luna Anarres. Los habitantes de Anarres son los descendientes de exiliados de Urras a causa de su participación en una revolución casi doscientos años antes de los sucesos que se relatan en el libro. El protagonista, Shevek, es un habitante de Anarres que viaja a Urras con el propósito de establecer un canal de comunicación entre ambas civilizaciones.

    El punto es que en su viaje, Shevek experimenta la distancia y la incomprensión de las acciones y la manera de vivir de los habitantes de Urras. Su mirada lo lleva a encontrar grandes contrastes y a cuestionar casi todo lo que para los "urrasti" puede ser natural. Así, Shevek proclama: "Todo es hermoso aquí. Menos las caras. En Anarres nada es hermoso, nada excepto las caras. Las otras caras, los hombres y las mujeres. Nosotros no tenemos nada más. Aquí uno ve las joyas, allí uno ve los ojos. Y en los ojos ve el esplendor, el esplendor del espíritu humano. Porque nuestros hombres y mujeres son libres. Y ustedes los poseedores son poseídos. Viven todos en una cárcel. Eso veo en los ojos de ustedes… el muro, ¡el muro!".

    Me sedujo del recuerdo la sensación del desencuentro que se produce cuando dos miradas se posan sobre un mismo objeto y sus lecturas no tienen nada que ver entre sí. Como si estuvieran apreciando esencias totalmente distintas. En ese motor que hay detrás de esas contextualizaciones creo que está la clave de la construcción de sentido, valor y poder de los actos.

    Sin embargo, en otro plano, la evocación a esta novela también me devuelve el reflejo del fracaso de aquellos relatos tercerizados que en nombre de cierta grandeza y pretenciosidad no hacen otra cosa que disipar las energías y la nobleza de muchos individuos.

    Por último, pensando en las ruedas de la bici de Dani, entiendo la idea de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para aumentar la velocidad de ambas ruedas de la vida, pero no perdería de vista que en este ejemplo, como creo que también sucede con los relatos y sus acciones, una rueda tracciona a la otra. Así, las acciones son para mí la consecuencia de la tracción de un relato…

    5 de June de 2012 at 1:29 am
  • Daniel
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    ¡ Espectacular apreciación de Gustavo ! Primero y amparándome en la cita a Ursula K. Le Guin (de la cual me debo su lectura) aprovecho para rendir mis recuerdos a Ray Bradbury a través del cual abandoné las lecturas infantiles y avancé hacia el universo de los libros y de quién disfruté de su arte en la construcción del Relato.

    Volviendo a Babu y su mirada me doy cuenta que viendo el intercambio de opiniones desde cierta distancia, claramente esto es una toma de posiciones sobre dos objetos distintos, a pesar de que formalmente pareciera que hablamos sobre lo mismo.

    El centro de mis problemas interpretativos sigue siendo la palabra "relato", yo la uso en el sentido de "marco ideológico que sirve de guía de las acciones, las explica y les otorga sentido".

    Pero una vez que hice esta especie de definición operativa, me doy cuenta que ni aún ahí he logrado englobar el conjunto de mis dificultades con el sentido que creo adivinar se le otorga a esa palabra de seis letras.

    Escala:
    Me explico mejor, y como siempre me someto a la tiranía de los ejemplos que a veces ayudan y otras obstaculizan, si un "relato" es una enunciación de grandes horizontes a buscar y delimitaciones acerca de los modos en que se puede encarar esa búsqueda:
    • "Quiero ser pedicuro, formar una familia, vivir de mi profesión y todo esto en el marco de la ley formal y de mi esquema ético"
    • "Voy a pasar toda mi vida intentando ser el mejor escalador de montañas posible"
    • "Cualquier cosa que encare lo voy a hacer siempre y cuando no encuentre dificultades, mientras haya gratificaciones sigo, sino, cambio"
    Estos malos ejemplos tienen una formulación que en última instancia la veo posible.
    Otra situación sería construir una agenda casi diaria de planificación de micro-movimientos que sí veo de muy dificultosa realización. Sino lo entiendo mal, un "relato" hiperdetallista determinaría una pérdida de energía insoslayable.

    Consciencia:
    Siempre que tenemos un "relato" ¿este es una enunciación consciente?
    Mis acciones ¿siempre responden al mandato de la porción de mi relato que detecto en forma consciente? Acaso no puede darse la situación de que como un intento de que nuestra vida se adecue a él, generemos un relato siempre posible y del cual, por su insustancialidad, nunca pueda defeccionar. Y en este modelo, no será el caso de pensar que en la realidad opera bajo nuestros niveles de percepción otro "relato" tal vez más pesimista y menos victorioso para nuestros intereses.
    En este nivel de análisis, mis acciones ¿a cual de estos relatos obedece?
    ¿Puedo cambiar el relato de manera consciente? Y en este caso, ¿qué pre-relato me induce a modificar mi relato? Están las acciones que realizo en la vida a resultas del relato y a este: ¿Qué fuerza determina su existencia? ¿Existiría una suerte de memoria ROM (espero no cometer un sacrilegio informático) donde residen unas órdenes básicas del estilo: "Paso 1: Construya un relato" "Paso 2: Ejecútelo" "Paso 3: Si no logra realizar el relato, vaya al paso 1" "Paso 4: Si lo logra fácilmente, reescriba el relato subiéndole un nivel al mismo" "Paso 5: Vaya al paso 2"

    Disculpas finales:
    Encaré el tema del relato desde el lugar más cercano a la definición etimológica y asimilándolo a una especie de "guión" de nuestras vidas, que antecede a las acciones y en alguna manera las anticipa y explica, además de la forzada excursión por los confusos terrenos de la psicología de café del último punto.

    Si estos fueran mis errores, los mismos no hacen más que subrayar mi confusión respecto del uso del término.

    7 de June de 2012 at 10:46 am
  • Daniel
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    A pesar de las tres o cuatro entradas que hicimos, a mi entender queda aún flotando la pregunta de Carlos: "Por qué muchas personas hacen propio los relatos tercerizados por la cultura central" (espero haber resumido todo en forma más o menos correcta).

    Esa pregunta sin respuesta rememoraba en mí lo que los antiguos llamaban la tesis del 'horror vacui', que afirmaba que la naturaleza le tenía horror al vacío y por tanto éste no podía existir, pues bien, aprovechando ese concepto, mi mente tiene un horror vacui a la falta de explicaciones, al punto que es capaz de crear complejas elucubraciones con tal de ver a todos los interrogantes con una respuesta.

    Y sí, necesito que las cosas tengan un sentido, se inscriban en un orden aparente, tomen alguna posición definida en mi universo comprensivo.

    Así que me vi en la obligación de establecer, alguna manera inteligible para mí, el mecanismo de funcionamiento de la Teoría de la Adquisición del Relato Ajeno (TARA) porque siento que esta TARA es contagiosa y va en aumento.

    Algunas cuestiones de posicionamiento:
    Si algo me quedó del tan alabado bloque de "minis" es que para que una idea o comportamiento se constituya en tendencia, lo primero que debe tener es un nombre "cool", así que debí dar rienda suelta a mi "PDI" (proceso de denominación ingenioso).

    Me imagino al "relato" de una persona como un objeto necesario, siempre presente pero en permanente reescritura, dinámico, con transformaciones parciales, ajustes, evaluaciones de resultado, etc.

    Ahora sí, mi teoría (dicho modestamente, con esa soberbia propia de Caruso Lombardi, antes del partido del domingo contra Tigre):
    Como dije en una de mis entradas anteriores, me parece sumamente posible la existencia de un sector al máximo nivel de abstracción donde operan las Macro-Ordenes (M-O), estas instrucciones serían grandes lineamientos que informan a todo el relato, no son decisiones concretas sino principios operativos.

    No creo que hayan muchas macro-ordenes, a modo de ejemplo se me ocurre que la primer M-O podría ser "Viví", este es el principio inicial y primordial, vivir. Todas las decisiones tienen como horizonte final la búsqueda de asegurar este estado.

    Luego me imagino otras M-O de segundo nivel como ser: "Se Feliz"; "Se Bueno"; "Triunfá"; "No pierdas".

    Luego encontraríamos una sucesión de niveles con menor nivel de abstracción y un progresivo aumento de su cercanía a situaciones concretas.

    En cada uno de estos niveles se realiza una construcción de uno o varios relatos, que si bien deben buscar coherencia, pueden producto de muchas razones contradecirse, confirmarse, etc.

    El relato en la vida de una persona, lo imagino, usando un ejemplo fluvial, como un curso de agua principal con dirección definida e innumerables arroyos tributarios de este curso principal.

    A los efectos de no aburrir y simplificando, se me ocurre un esquema con tres niveles, Macro-Ordenes; Lineamientos de Vida; Decisiones Situacionales. En ellos se da un corrimiento desde el eje de abstracción máxima (M-O) hasta cuestiones que hacen a micro decisiones (D-S) sobre temas y situaciones muy concretas.

    Otra forma de ver este punto, es que a medida que ascendemos entre los niveles, cada vez es necesaria una inversión de recursos mayor para producir una reescritura del relato, es decir: Cambiar una Macro-Orden exige un cambio de vida muy profundo, mientras que una simple decisión situacional: no.

    Esto es un simple intento de descripción de la función "Relatante" desde el punto de vista de una persona.

    Pero ahora intentando describir un poco el "Relato" de la cultura central, enseguida me viene a la mente la imagen de un organismo vivo, evolutivo, con continuas reescrituras y purificaciones de su "ADN" para hacerlo más competitivo, más "atractivo" si vale el término, una especie de velocirraptor de los relatos.

    Por otro lado, al ser una obra producto de un mecanismo que lo va maquillando en todos sus aspectos decepcionantes, con infinitos enganches en todos los pliegues de la realidad, ofrece una sensación de "plenitud" y "saciedad" que tal vez lo vuelve invencible frente a los relatos propios, muchas veces construidos de apuro, sin precisiones ni constataciones externas.

    Hay que tener en cuenta que tal vez uno puede ser un mal constructor de sus relatos, tal vez no esté dentro de sus habilidades.

    Tal vez en personas cuya M-O "No pierdas" tiene un mayor nivel de pregnancia que la de "Triunfá", genere una estrategia conservadora, que privilegie cualquier tipo de relato que asegure no perder y en ese sentido la percepción de que un gran colectivo de personas adscribe al mismo no hace más que consolidar la idea de que es un camino posible y deseable.

    Me imagino que la adquisición de relatos Tercerizados se da siempre que no colisionen abierta y manifiestamente con las Macro-Ordenes.

    Creo que los tercerizados deben operar en los niveles de menor abstracción, pero enmascara su deseo de operar en los estratos de las M-O a través de una suerte de asedio que realiza en los niveles inferiores, al punto que luego, imperceptible y lentamente se cambian estas líneas estructurales.

    Finalmente, otra manera, infinitamente más simple y poética de decir lo que dije:

    "Los magos, los acróbatas, los clowns,
    mueven los hilos con habilidad.
    Pero no es el terror a la soledad
    lo que hacen los payasos, uno rojo, otro blanco
    y a los viejos romper la voz para cantar

    Oye hijo las cosas están de este modo,
    una radio en mi cuarto me lo dice todo.
    ¡No preguntes más!
    Tenes sábados, hembras y televisores,
    tenes días para amar aún sin los pantalones.
    ¡No preguntes más!"
    (Fragmento: Instituciones – Sui Generis)
    (http://youtu.be/CIClgiiwH-k — en el minuto: 1,35´)

    11 de June de 2012 at 10:03 pm

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