De la responsabilidad y la vida eterna

Ayer me quedó resonando una idea muy fuerte. Hacia el final de la noche Aldi señaló que la última interfaz, aquella que ya no es homologable por la Cultura Central, es aquella en la que el individuo se debate entre la vida y la muerte.
Ahora bien, si hoy en día se pregona la idea de que no hay límites para el ser humano, si se vive en una aldea de libertad y potencialidad, si las posibilidades vitales se pueden desarrollar al máximo con los avances tecnológicos, todo indicaría que en un futuro muy cercano ya podríamos comenzar a explorar los primeros pasos de la extensión de la vida y quizás, la posibilidad de su eternidad. ¿Cómo se maneja el tiempo eterno, el infinito?
Se me ocurre que una de tantas cuestiones que nos diferenciaron históricamente de los animales es la conciencia de que somos seres cuya vida es finita. Los animales no saben eso, simplemente viven el momento y en ese sentido son más libres que nosotros, viven en el deseo y en la búsqueda de su satisfacción.
El hombre, desde que se ha desprendido de la existencia de la vida en el más allá, ha intentado de prolongar su vida y su bienestar terrenal, involucrado en un proceso constante de lucha contra la muerte o el desvanecimeinto de la fuerza vital. Paradójicamente, la Cultura Central predica otra cosa. Si bien hay un discurso del disfrute y de las múltiples posibilidades del ser y el hacer, éste se contradice por el hecho de los instantes de felicidad y goce son eso, instantes, momentos, segundos. A veces para conseguirlos tenemos que padecer mucho más. Como mencionabamos ayer, si hoy en día hay una instatisfacción constante que decanta en la voluntad de diluir la insoportable cotidianeidad del ser, de romper las interfaces, de homologar experiencias y situaciones y de volver cada uno de nuestros actos hiper-compatibles para subirlos a la nube, pensar en una vida eterna no creo que sea una opción a la que este humano contemporáneo vaya a apostar.

Si supiéramos que no vamos a morir y que vamos a ser eternos, cómo gestionaríamos nuestra vida?

Más allá de que eso suceda o no, es verosímil y nos puede servir para pensar la idea de responsabilidad. Podemos iluminar muchísimas prácticas culturales que apelan a la fluidez, a la lógica de lo efímero, instantáneo y borrable (snapchat, instagram stories), al estar continuamente dopado para hacer transitable y deglutible todo aquello que no nos cierra de nuestra experiencia cotidiana pero podemos encontrar la misma cantidad de prácticas donde lo valorado sea lo que perdura, lo desplegable y lo profundo? Es más difícil porque aquello apela a una lógica del compromiso (ético). Al parecer la falta de compromiso es una de las variables más valoradas por la Cultura Central y apela justamente a dejarnos gobernar siempre por otros aunque paradójicamente se nos trate como seres libres y sujetados solo a nuestros propios deseos. No es esto una operación que nos hace condescendientes, apáticos, homologables, intercambiables, sustituibles?
Si el primer paso es afirmar la vida, eso implica un compromiso y el punto de partida es una ruptura. Quizás el hecho de no tener límites vitales, como los animales, nos saque ese miedo y nos proponga la posibilidad de pensarnos como seres eternos, donde tendremos que convivir unos con otros y no soportar la vida, sino apreciarla y disfrutarla. Quizás podríamos pensar, así como lo plasmaba Nietzsche, en una lógica del eterno retorno ya que provee una concepción simbiótica entre el hombre y la vida donde cada vivencia tiene un valor extraordinario ya que se vuelve a repetir por siempre. Quizás la eternidad se valore cuando el individuo pueda asumir esa responsabilidad consigo mismo y con los demás, cuando sienta la intensidad y la profundidad de cada experiencia vivenciada como para ser repetida infinitamente. La elección de esa vida necesariamente reclama una superación del miedo, una entrega a la vida y una estructuralidad nueva.

Riorevuelto
2 Comments
  • Daniel
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    Invalorable e inconmensurable artículo de Melina,
    ¡ Felicitaciones !

    De todas las líneas argumentales expuestas en el mismo, particularmente quedé enganchado en dos:

    a.¿Cómo gestionaríamos nuestra vida si esta se extendiera casi sin límites?

    b.La falta de compromiso como algo muy valorado por la Cultura Central

    Sobre el primero de los puntos, siempre expresé en el Club algunas de mis reservas acerca de que, supuesto la victoria sobre las cuestiones físicas y biológicas, me cuesta pensar en el mantenimiento del impulso vital de manera eterna.

    Hoy la muerte se nos presenta, en la mayoría de los casos donde no medie un gran deterioro físico, como un visitante que llega sin avisar, como un accidente que provoca la caída de un avión en vuelo.

    Pero que pasaría si en un futuro, la muerte fuera un ejercicio más parecido a un aterrizaje suave y conocido, sin rastros de dolor ni de sorpresas, si luego de una vida extensísima, habiendo dado lo mejor de sí para uno y para su entorno, habiendo transitado por innumerables senderos, experimentando lo que hoy sería imposible para una sola vida humana, tal vez (y solo tal vez) una persona pueda sentir cierto agotamiento de su impulso vital y ante la posibilidad de volver a recorrer caminos y experiencias ya vistos degradándolos por la repetición de su uso, quisiera poner fin a su existencia.

    Se me dirá que siempre habrá cosas para explorar o descubrir, pero tiendo a pensar que si toda la población mundial pudiera vivir siglos y siglos, los caminos novedosos se agotan.

    Qué es posible la exploración del espacio, sí…. pero hasta donde sé, salvo que descubramos como vencer las infinitas distancias que nos separan de los mundos habitables y toda la logística que ello supone, estamos muy pero muy lejos de lograrlo.

    Por otro lado, aún si "terraformáramos" Marte y pudiésemos asentarnos allí, no sería más que un cambio de locación, como mudarnos a otra ciudad, con otros paisajes y otras montañas que escalar, pero en esencia no cambiaría mucho la situación de la humanidad.

    Respecto del segundo punto, adhiero a lo expuesto por Melina, la Cultura Central busca asumir toda la responsabilidad para controlarnos, y para tal fin apela a la nefasta inclinación que tenemos para no hacernos cargo de las situaciones que supuestamente protagonizamos.

    Como un padre bueno nos dice que durmamos que él cerrará la ventanas y apagará la luz, que dejemos el control de la situación en sus manos y que nos quedemos tranquilos.

    Muchas veces critiqué que en el Club se cae en cierta tendencia a la antropomorfización de la imagen de la Cultura Central, pero ahora (como buen ser humano lleno de contradicciones) estoy a punto de ser blanco de mi propia crítica.

    Hay una película que se la suele pasar con cierta asiduidad en el cable, se llama "Cuestión de Honor" ("A few good men" en su nombre original), donde cuentan la historia de un asesinato de un Marine (de apellido Santiago) en la base de Guantánamo que está a cargo de un General especialmente cruel y severo. Se acusa a dos soldados de ser los culpables pero su abogado busca demostrar que este general fue el autor intelectual y, por tal motivo, máximo responsable de este homicidio. La película es interesante.

    Imaginemos que donde dice "General", viéramos a la Cultura Central y donde diga "Abogado" reconociéramos a una persona del común (transcribo el diálogo):

    General: "Quieres la respuesta"
    Abogado: Creo que tengo derecho
    General: ¿Quiere la respuesta?
    Abogado: ¡Quiero la Verdad!
    General: ¡No sabrías que hacer con la Verdad! Hijo, vivimos en un mundo que tiene muros, y esos muros deben ser protegidos por hombres con armas. ¿Y quién va a hacerlo? ¿Tú? ¿Tú, teniente Weinburg?. Tengo una responsabilidad mayor de la que siquiera pueda concebir. Lloras por Santiago y maldices a los marines, puede darse ese lujo. Puedes darte el lujo de desconocer lo que yo conozco, que la muerte de Santiago, aunque trágica, probablemente salvó vidas, y mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para usted, salva vidas. No quieres la verdad porque en tu interior, en lugares de los que no hablas en las fiestas, me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro.
    Utilizamos palabras como "Honor", "Código", "Lealtad". Utilizamos esas palabras como la columna vertebral de una vida dedicada a defender algo. Usted las usa como remate para los chistes. No tengo ni el tiempo ni la disposición de dar explicaciones a un hombre que se levanta y se va a dormir bajo el cobijo de libertad que yo le suministro, y que luego cuestiona la manera en que yo le protejo. En tu lugar, me limitaría a darme las gracias y seguir tu camino. Sino, te sugiero que tomes un arma y ocupes un puesto de vigilancia. En cualquier caso, me importa un carajo lo que creas que tienes derecho".

    Por si quieren ver este tramo de la película, inmejorablemente actuado por Jack Nicholson cliqueén aquí: https://youtu.be/u6SmNn-GHMs (ver hasta 01:30)

    La Cultura Central apuesta a que nosotros no queremos hacernos responsables, no queremos saber la Verdad y no está dispuesta a que la gente cuestione el estado de situación y/o los métodos que utiliza para controlarnos.

    La invitación que nos hace a ocupar nuestro puesto de vigilancia si es que queremos tener el control de nuestras vidas es una astuta estratagema porque sabe que en general estamos anestesiados y poner en juego nuestro confort por una libertad que supuestamente ya tenemos, es algo que, como dice Melina: "….no creo que sea una opción a la que este humano contemporáneo vaya a apostar."

    11 de September de 2016 at 12:43 am
  • Carlos Lavagnino
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    ¡Qué lujo de thread! Esperaba ansioso tener un buen rato para paladear las finas ideas de Meli y Dani y tratar de aportar.

    Es impresionante ver cómo las tensiones culturales extremas de lo contemporáneo son capaces de hacer mutar el carácter de ciertas funciones clásicas como el deseo y el compromiso.

    Así como hablábamos el otro día de que de manera inédita la Cultura Central está del lado de la realización de los deseos en vez del lado de su represión (porque sabe que tus deseos son la quinta columna de ella en vos), en la propuesta de Meli aparece la función del compromiso (del latín compromissum, obligación contraída o palabra dada) como una hipótesis de defensa de la vida, quizás también en una suerte de "inversión" de su papel clásico como garante de imposiciones externas, mayormente contrarias a la vida de la persona.

    Como en un buen thriller, el "bueno" y el "malo" alternaron sus papeles, pero parecería ser que aún necesitamos un "twist" en la trama.

    Y es que la CC se siente especialmente cómoda con el hecho de "polarizar" contra su viejo aliado, el compromiso, ya que bajo la égida del deseo logra preservar los senderos aparentemente más cálidos que, de ser surcados por impulsos de otro signo, son los que con más facilidad permitirían el esbozo de algo parecido a un apego vital sustentable.

    Así entramos en un juego más bien geométrico: del bucle del eterno retorno, en donde, por la época en la que fue pensado, todavía no se podía salir de lo que podríamos llamar una performatividad lineal ("el mejor camino merece repetirse"), hasta la estrategia del "mosaico" de Dani: Denme más planetas que explorar!

    Por todo esto, quizás se pueda pensar en algunas disrupciones que pueden cambiar el juego, esta vez de manera que se beneficie el Individuo Independiente y no la CC:

    1) Performatividad no lineal y adaptativa: no hay eterno retorno, porque el lugar del comienzo cambia y evoluciona, el bucle se abre y el ciclo se rompe. El mejor camino se caracteriza por abrir nuevos y no estratificarse.

    2) Regeneración vs. Alternancia: no vale cubrir las superficies nuevas replicando el mosaico. El experiencismo es un callejón sin salida porque el turismo vital siempre se agota. Pero no todo se agota: el territorio de las situaciones y la aventura de la Cultura son infinitos (o podrían serlo). La Independencia es la primera misión humana regenerativa para el individuo.

    3) Repetición vs. Cambio en Persistencia: ya despegados del experiencismo no hay necesidad de mantener la antinomia culturocéntrica de Alternancia vs. Repetición. El que se repite es el Individuo en conexidad contínua, mutando y evolucionando en tiempo real, en busca de las singularidades.

    4) Razón sentida y deseo responsable: la guerra civil dentro del individuo debe terminar. Quinta columna go home! De la tensión irresuelta a la retro alimentación.

    15 de September de 2016 at 1:24 am

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