Una trampa pendular

Como ilustra el gráfico incluido en esta edición del Independent Perspective, es claro que en la actualidad ha ganado importancia el debate acerca de cómo equilibrar los supuestamente ya definidos territorios de lo profesional y lo personal.

Cada individuo tiene, entonces, la libertad de encontrar su singular fórmula de combinar estos dos ingredientes “universales”. Esta encuesta es curiosa inclusive desde las palabras que se eligieron para representar ambas fases: “vida de trabajo” versus “vida personal”.

La posibilidad de oscilar oportunamente entre estos dos polos es una de las maniobras de sostenimiento destacadas de esta cultura, permitiendo, ante una crisis, poner proa hacia el otro lado, dificultando una percepción de los indisimulables lazos que vinculan a los aparentes contrincantes en disputa por la energía personal.

Pero el problema se agrava al prácticamente acaparar esta dualidad el escenario y los términos del debate acerca de la proyección individual. En el fondo, ambos modelos comparten – y se reparten, al estilo de una democracia de dos signos en alternancia – una concepción de integración social a muy alta escala: la persona deberá elegir una parcela de interés profesional, y brindar a la sociedad una entidad “normalizada”, su fuerza de trabajo (despersonalizada, según sugiere la terminología de la encuesta mencionada); y por otro lado, debería elegir una parcela socio-afectiva que produzca, preferentemente, un preciado bien, sobre todo para Estados sumergidos en calamidades demográficas y previsionales: hijos.

Pero el abuso cíclico de este péndulo no puede postergar indefinidamente la percepción de la abrumadora correlación entre ambos esquemas, y por ende la necesidad de un planteo integral que dé cuenta de los costos, las omisiones y las alternativas resultantes.

El movimiento perpetuo del par totalitario se disuelve con la sola verificación de que al ampliarse y reconocerse, las múltiples dimensiones cesan la tensión hegemónica y emerge la sustentabilidad.

Que sea el hombre quien libere de sus rincones circunscriptos a sus potencialidades creativas, sus muchos nortes de intereses y relaciones.

Carlos Lavagnino
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