A la caza de la acción consistente (¿Qué vas a hacer?)

Pre-post

Todos los días, sin pausa, el presente obliga a que de todas las variantes de porvenir que se despliegan abriendo el camino, una de ellas atraviese el umbral y se cristalice, dejando impresa en la retrospectiva su marca zigzagueante.

Sobre ese cauce continuo, en el punto de ruptura donde confluyen dos infinitos contrapuestos, pasa el puente sobre el que el hombre se yergue, escudriñando el abanico que se agolpa ante él, invocando su deseo, tirando de riendas imaginarias para que un haz de futuro se imponga sobre otro y, al transitar el canal, se quede plasmado para siempre, impreso en la superficie que va desplazándose para hacer lugar al trazo de la corriente entrante.

Entre los haces del futuro, y a veces también al contemplar la planicie que se aleja a sus espaldas, aparecen remolinos de una luminiscencia singular, y el hombre se pregunta si ese extraño factor común le ayudará algún día a compaginar la observación de ambos hemisferios de su devenir.

Al despertarse, el hombre está en la ciudad de la vida aparente.

¿Qué pasó con el puente, la marea de racimos convergentes, la deslizante llanura surcada?

En algún lugar probablemente sigue corriendo la transformación sin fin, pero, las riendas ya no están, la perspectiva, no se sabe.

¿Qué hay? ¿Qué herramientas se ofrecen para sobrevolar esa línea divisoria de la que nacen las ideas, las cosas, todo?

Al asomarse al sitio de reparto, millones de micro-roles se asignan, con mayor o menor arbitrariedad, con más o menos gusto para el receptor. Vocaciones, oficios, profesiones, saberes; ¿qué instrumento te gusta más?

El consuelo es un premio sólo si todas las alternativas están pintadas de gris.

Visto desde el aire, proliferan los cúmulos que agrupan cada uno infinidad de acoples, absorbiendo y canalizando los pequeños destellos, olvidados de todo fulgor duradero.

La acción del hombre ha sido fraccionada; su sentido, centralizado por la gestión de la resignación.

El puente ha caído.

El vuelo domina el espacio como un puente

Uno de los desbalances más llamativos de nuestra Cultura en cuanto a la relación entre el individuo y el Mundo que se le presenta ante sí, es el que vincula a la capacidad de observar y manifestarse, por un lado, con la capacidad de construir efectivamente, por el otro.

Mientras que la captación es individual, se supone que la acción se canaliza casi indefectiblemente en forma masiva y coordinada a gran escala.

¿Cómo actúa, o al menos, siente que actúa, el hombre?

Está instalado que el ser humano actúa fundamentalmente a través de su trabajo.

 

El problema es que el trabajo, tal como está planteado en las propuestas proyectuales y productivas existentes, implica hacer una pequeñísima parte de lo que se supone “necesario”, ya que su vehículo es la colaboración transaccional entre los miembros de la sociedad.

Esto implica, en general, la suscripción implícita de una amplia gama de acuerdos y consensos con respecto a cuestiones que van ameritando cada vez mayor revisión crítica.

Esa revisión integral plantea la necesidad de modelos de organización y proyectualización que soporten y estimulen una perspectiva auténticamente independiente.

En la actualidad existen tres recipientes fundamentales de la acción humana: el Estado, el sector privado/empresarial y el llamado tercer sector, que agrupa a las Organizaciones No Gubernamentales o de “bien público”.

Por definición, el Estado podría ubicarse en las antípodas de lo que constituiría un campo fértil para un nuevo modelo independiente. Sus prerrogativas totalizantes son precisamente parte intrínseca de su funcionamiento y representan los anticuerpos naturales que subrayan su carácter de garante del “contrato” a gran escala y de aliado lógico de la Cultura central de cada época.

El sector privado, al estar enfocado en el lucro y en la provisión de bienes y servicios, ve debilitada por un lado su eventual capacidad de cuestionamiento al tener que convivir y connivir con la sociedad para la que trabaja, mientras que por otro lado su especialización conspira contra el carácter exhaustivo que hace falta caracterice a un nuevo tipo de aporte.

En cuanto a las ONG, su carácter de “suplentes” o reparadores de alguna pequeña parte deficitaria del sistema general las hace presuntas legitimadoras de acuerdos y facetas más trascendentales que precisamente necesitarían una crítica integral. Esta dependencia se ve consumada en lo que suele ser una dinámica de financiamiento que deja a este tipo de organizaciones muy comprometidas en cuanto a sus capacidades tanto de maniobra soberana como de innovación y despliegue de recursos.

Por ello, las ONG, tal como están planteadas, no pueden motorizar procesos de cambio profundo en nuestra Cultura.

¿Qué condiciones necesitaría un nuevo modelo de organización y proyecto que posibilite una contribución para transformaciones de tal magnitud y trascendencia?

1. El nuevo modelo debe permitir un trabajo integral sobre la Cultura, aplicándose a liberar los ejes estratégicos que definen proyectos de vida, para ser, al mismo tiempo, herramientas de construcción individual y aporte a la comunidad, rompiendo la disociación primaria entre la persona y el depositario principal de su productividad, que suele estar fuera de él.

2. Ser independientes económicamente, contando con unidades productivas (pero culturalmente validadas por el proyecto) que permitan prescindir de todo subsidio externo. Esto habilita la constitución de objetivos críticos soberanos sin condicionamientos externos.

3. Aprovechar una característica de época fundamental, que es la capacidad altamente descentralizada de generar conocimiento, inteligencia e innovación tecnológica.

Un orden organizacional que permita emplazar una verdadera plataforma de cuestionamiento consistente de la Cultura, sólo puede estar dotado de una tecnología proyectual que instintivamente armonice el deseo y la imaginación con la ética y la acción efectiva.

A diez años de su emplazamiento, el tándem Riorevuelto AC – Global Margin S.A. constituye una prueba de sustentabilidad de un nuevo modelo que permite remontar perspectivas y dinámicas para una nueva y real Independencia.

 

Carlos Lavagnino
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