Paternidad y números

En la nota "The Breeders' Cup" un economista norteamericano intenta ofrecer la respuesta a una pregunta crucial en la vida de cualquier adulto, si tener, o no, hijos. Conocidas son las falencias que tienen los enfoques economicistas cuando intentan penetrar en áreas donde los individuos no necesariamente son racionales y donde el valor es tan subjetivo que se vuelve inconmensurable. A su vez, las variables que toman en cuenta son características de la disciplina, (si los hijos “pagan” en retribución por su crianza una vez crecidos) y los métodos también (cuantificar en puntos porcentuales cuanto más infelices nos hace tener hijos).

Analizando una amplia cantidad de estudios estadísticos, el autor concluye que después de todo, tener hijos no es tan malo para la mayoría de los encuestados. Supongamos que los datos sean ciertos, que hayan sido recogidos con todo el rigor metodológico y que la lectura de los mismos sea apropiada, el problema fundamental reside, justamente, en que se trata de datos estadísticos. Esta información se vuelve inútil a la hora de tomar una decisión basándose en ella, después de todo, en una decisión personal de SI-o-NO poco importan los porcentajes donde SI haya resultado una buena decisión si no existen garantías de que también lo sea en el caso de cada uno. En otras palabras, tener hijos es algo demasiado serio como para decidirlo con el mismo razonamiento con que se elige ir a rojos y blancos o a un pleno en la ruleta.

Otro argumento que ofrece el autor para tomar a la ligera esta decisión es lo que podríamos llamar el “take it easy”, un argumento, también probado por métodos cuantitativos, por el cual el resquemor a tener hijos por no poder brindarles todo lo que uno cree que se merecen debe ser desechado porque, en definitiva, el esfuerzo en una crianza que transmita buenos principios para la vida es en vano. Según cree el autor, “Parents also strive to turn their children into smart and happy adults, but behavioral geneticists find little or no evidence that their effort pays off”. Este tipo de razonamiento que parece brillar por su rigor académico genera un vacío profundo en la capacidad de la humanidad de dirigirse a si misma: si el esfuerzo no rinde frutos, si es prácticamente vano, ¿nos queda confiar sólo en fuerzas ciegas como el azar, la casualidad o el destino?

Por último, el autor se centra en una visión absolutamente egoísta de la paternidad: parte de datos sobre la felicidad de los padres y de los que no tienen hijos para compararlos entre si, y a continuación encuentra que dentro del grupo de los que han sido padres los mayores índices de felicidad se encuentran entre los que tienen más de un hijo, estableciendo casi una relación directa entre cantidad de hijos y cantidad de felicidad, donde, por supuesto, la felicidad que se mide es la de los padres, no la de los chicos. Esto se refuerza en la frase “Focus on the big picture, consider the ideal number of children to have when you're 30, 40, 60 and 80, and strike a happy medium. Remember: The more kids you have, the more grandkids you can expect.” Frutilla del postre donde se revela algo similar a un plan de largo plazo donde la figura de los nietos repite la tendencia ya conocida de endilgar la felicidad propia a las futuras generaciones.

Este análisis peca no solo de simplista por reducir un fenómeno personal, complejo y multifacético a un par de variables y a razonamientos no apropiados para captar su esencia, sino que también reitera lugares comunes de la paternidad y omite aspectos que sería interesante analizar, desde el plano de cada individuo, sus intereses y expectactivas, como qué motiva la paternidad, que se espera de ella y que responsabilidades -con uno mismo, con la pareja, con los hijos y con la sociedad en conjunto- conlleva.

Nota
http://online.wsj.com/article/SB10001424052748704289504575313201221533826.html

Riorevuelto
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  • Lau
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    Hola a todos, yo quisiera agregar algo a las observaciones hechas por Greta sobre esta nota. Me parece que el gran problema de esta clase de argumentos (el de la nota) no es intentar buscar respuestas o aproximarse a modelos utilizando métodos estadísticos, sino más bien perder de vista el contexto en el que se recogen y analizan estos datos, influenciados por éste. Es decir, puede dejarse de lado el hecho de que vivamos en una cultura que subvenciona constantemente la maternidad/paternidad?, y en donde se reflexiona poco y nada acerca de esta pulsión dándola por sentado como camino para la realización personal. Me parece que descartar un enfoque estadístico por el sólo hecho de serlo no sería del todo correcto… más allá de que entiendo que muchas veces parecen categorías un tanto burdas las que se utilizan para describir fenómenos de este tipo.

    Por lo tanto yo no diría que el punto débil aquí se relaciona con el grado de rigurosidad con el que está realizado el estudio o la metodología que se emplea, en tanto haya una alta cuota de observación y reconocimiento del medio cultural en el que estamos inmersos y su impacto en las variables. Luego, hablando de algunos de los estudios mencionados en la nota, también habría que tener en cuenta que muy pocas personas que ya son padres admitirían arrepentirse de haber tenido hijos, o se atreverían a decir que no son felices con esta decisión. A su vez, cuando se habla de que los solteros o las parejas sin hijos la pasan peor, y aún dando por válidas las fuentes citadas casi antojadizamente en este artículo, no se tiene en cuenta el hostigamiento que las personas que deciden vivir de otra manera sufren, precisamente por encontrarse en una sociedad donde se sigue viendo raro que una mujer decida no tener hijos por ejemplo.

    Finalmente me quiero detener en la filosofía “take it easy” que describe Greta, que parece venir como anillo al dedo para todo un nuevo estilo de paternidad/maternidad que se está viendo ahora, donde lo que faltaba para justificar los desmanejos y el desatino de los desorientados padres es una explicación genetista que los tranquilice: “quedáte tranquilo, total el pibe va a salir más o menos bien, hagas lo que hagas”. Cualquier cosa antes de hacerse cargo ya no sólo de uno y sus decisiones, sino también del fruto de las mismas.

    slds!

    6 de July de 2010 at 4:53 pm
  • Lau
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    Continuando esta línea temática iniciada hace un tiempito, quería contarles de una nota reciente aparecida en la revista “New York” que ensaya un análisis respecto de los sinsabores y contradicciones de la paternidad. La nota, titulada “All Joy and No Fun” (y seguida del provocativo copete “Why parents hate parenting”) hace un recorrido por las últimas conclusiones y estudios respecto de la manera en la que la paternidad influye en el bienestar de una persona.

    Comprobando que la mayor parte de la evidencia indica que tener hijos no acrecienta la felicidad, y de hecho en muchos casos resulta un factor de estrés y malestar significativo, el cronista se pregunta por qué la gente elige tener hijos. Una de las hipótesis que se barajan, aunque no se le da demasiado desarrollo, tiene que ver con asimilar que este tipo de elecciones suelen ser más beneficiosas para la “especie” que para el individuo, el cual se auto convence por un “bien mayor” (“From the perspective of the species, it’s perfectly unmysterious why people have children. From the perspective of the individual, however, it’s more of a mystery than one might think. Most people assume that having children will make them happier. Yet a wide variety of academic research shows that parents are not happier than their childless peers, and in many cases are less so”). Probablemente una buena hipótesis observando cómo se toman varias de las decisiones más estratégicas e importantes en la vida de una persona hoy en día, no sólo el tema de la descendencia, también por ej la cuestión vocacional/profesional, etc.

    Luego se cae en un recuento de argumentos un poco más obvios que trasladan la discusión a terrenos más previsibles, en donde se intenta justificar la angustia de los padres por variables que no parecieran tener mucho que ver con la decisión de tener chicos y con la manera en que se llega a ésta, como el tema de que la paternidad se ha vuelto más exigente en la actualidad (argumento de rigor si los hay), o la cuestión de la contención Estatal. Como si el problema viniera después, y en todo caso se tratara de ajustar alguna cosita aquí y allá para hacer más placentera la experiencia.

    Finalmente terminamos leyendo conclusiones que ya hemos oído cientos de veces antes: que el ser humano es un predictor torpe de su propia felicidad, que la abundancia de opciones marea, que tal vez no se trata de evaluar la felicidad del día a día sino las evaluaciones retrospectivas (esta parece una explicación particularmente perversa), que la felicidad es propósito y que eso es lo que niños significan para muchos…

    Me pregunto si alguna vez podremos encontrar reflexiones que descubran un poco más “la anatomía” de esta elección por decirlo de alguna forma, exponiendo por ejemplo el grado de naturalización de estas elecciones, el lugar desde el cual se accede a ellas dadas las prerrogativas y las opciones de realización que plantea esta cultura, la dificultad para accionar desde uno como ser individual, los mitos de una trascendencia que termina siendo temporal, el esfuerzo energético requerido para elegir otras cosas…

    All Joy and No Fun
    http://nymag.com/news/features/67024/

    16 de August de 2010 at 6:57 pm

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