Pequeñas mentes en peligro

Dentro de los fenómenos actuales a los que una proporción nada despreciable de gente probablemente ya se haya acostumbrado, se encuentra el recurrente tópico de la medicación compulsiva. Da la sensación, si bien es corriente escuchar o leer testimonios/estudios alarmantes sobre el tema, de que es algo que se ha ido naturalizando. Es por eso que cuando se destacan aristas particularmente perturbadoras de esta tendencia, en este caso el crecimiento en el uso de drogas antipsicóticas en niños pequeños, es que uno se da cuenta de lo tristemente instalado que está el tema. Como si tuvieran que mostrarnos los casos más extremos para poder debatir sobre la cuestión.

La sub tendencia particular de la que quiero contarles tiene que ver con el aumento en los últimos años, en EEUU, del suministro de drogas para tratar desórdenes tan variados como déficit de atención, hiperactividad o bipolaridad en chicos entre los 2 y 5 años. Según la Universidad de Columbia, del 2000 al 2007, se duplicó la cantidad de prescripciones de drogas antipsicóticas en chicos de esta franja etaria, de los cuales sólo el 40% había sido evaluado psicológicamente como exige la Academia Americana de Pediatría.

En grandes rasgos para que se den una idea, más de 500.000 chicos y adolescentes en EEUU toman este tipo de drogas actualmente, según información del 2009 proveniente de la FDA (Food and Drug Administration). Como otro dato les cuento que los varones suelen ser los más medicados.

Lo impresionante del fenómeno, aparte de atestiguarse el desmanejo de las familias y los propios profesionales de la salud cuyos estándares de evaluación son cuestionados por motivos de transparencia (mafias con los laboratorios) y eficacia en los criterios (hay que pensar en la dificultad para diagnosticar enfermedades mentales en chicos tan pequeños), entre otras cosas, es que aquí estamos hablando de decisiones que moldearán el resto de las vidas de estos niños. Tengan también en cuenta que no está comprobado aún el efecto que muchas de estas sustancias pueden tener en los organismos (en formación) de los niños, y ni hablar de los efectos psicológicos.

Imaginarse un futuro donde la mayoría de los chicos llegue a los 12 o 13 años de edad con varios tratamientos y drogas del estilo encima, es algo que hay que empezar a pensar; así como también ver qué tipo de consecuencias existen no sólo a nivel individual, sino también culturalmente, impactando en todo tipo de variables que discutimos acá regularmente (responsabilidad y cuidado de la vida, capacidad de reflexión, gestión personal, sociabilidad, creatividad, etc.).

Fuente: http://www.nytimes.com/2010/09/02/business/02kids.html?_r=1

Les dejo un beso

Laura
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