“Un camino negativo a la felicidad” (o cómo convertirse en una planta)

por Laura Marajofsky

Como una quizás esperable reacción pendular ante el abuso de la llamada “self-help” (autoayuda) y de la propia psicología positiva, una nueva filosofía sugiere un camino diametralmente opuesto: abrazar las emociones negativas y aceptar el fracaso.

Así, Oliver Burkeman en su reciente libro “El Antídoto: felicidad para gente que no puede soportar el pensamiento positivo” nos propone lo que él denomina como un “enfoque negativo hacia la felicidad” -si pensás que suena un tanto contra-intuitivo, podrías estar en lo cierto.

¿En qué consiste el enfoque que Burkeman sugiere? Simple, en un movimiento en el que por un lado se reajustan las percepciones que tenemos del mundo entendiendo como él explica que “el fracaso está en todas partes”, para luego intentar auto-convencernos de que asumir una actitud perdedora es un paso fundamental en el éxito personal. Para coronar, se plantea que vivir tratando de no fallar es un estado absolutamente estresante y fútil.

Si bien este método puede ofrecer cierto respiro a aquellas personas con una personalidad más lúgubre o simplemente depresiva, lo cierto es que no hay que hacer mucho esfuerzo para descubrir las falacias lógicas y prácticas que muestra, pero fundamentalmente para adivinar en dónde reside el negocio del enfoque, sintonizándose perfectamente con el “vibe” actual de simplificación y reducción de las expectativas.

Para ejemplificar esto último basta tomar dos de los puntales conceptuales de Burkeman. Por un lado, la idea de que para luchar contra el acostumbramiento (él hace referencia al fenómeno denominado “hedonic adaptation” http://en.wikipedia.org/wiki/Hedonic_treadmill) una estrategia útil es recordarse todo el tiempo lo que podés perder o todo lo malo que te puede suceder, en vez de por ejemplo pensar cómo retroalimentar de manera más sana y constructiva aquello que valoramos, creando circuitos y tecnologías humanas destinadas a este propósito. Claro que esto implicaría aparte de una predisposición sustancialmente diferente, un “desarrollo” y no un “podado”.

Por otro lado, Burkeman plantea que nuestra relación con el fracaso debe estar teñida de una especie de “impasibilidad zen” (“cultivating a kind of calm indifference towards one’s circumstances”), ubicándose más cerca de la reacción de una planta o una piedra que de un ser vivo con capacidades extraordinarias para afrontar diversas situaciones de la vida.

Happiness is a glass half empty
http://www.guardian.co.uk/lifeandstyle/2012/jun/15/happiness-is-being-a-loser-burkeman

Riorevuelto
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