¿Un supermercado de éticas?

por Laura Marajofsky

De la mano del debate abierto la semana pasada en el Club respecto de métricas de fracaso y éxito, y en referencia también al desarrollo de una ética personal para cada orden de la vida, les comparto una editorial muy a tono con estos temas.

La nota publicada en la columna de opinión del diario The New York Times se pregunta sobre cómo lo que antes podía servir como cierta guía moral para el hombre ahora daba muy poca -si es que presentaba alguna- asistencia al individuo moderno (“…views of “good” and “bad” that arose in the last few centuries are being radically challenged, most notably by the societal shifts spurred by digital media. If we are to have actions and solutions adequate to our era, we will need to create and experiment with fresh approaches to identifying the right course of action”).

De esta manera el autor explica que a medida que el individuo fue ganando cierta independencia fue adquiriendo más sentido hablar de “éticas profesionales”, y es así que el autor llega al interesante punto de preguntarse por éstas y por cómo lidian los profesionales hoy con distintos tipos de decisiones (“Perhaps the gradual undermining of the professions was inevitable, but it has certainly been accelerated by the emergence and increasing prevalence of the digital media”).

Lo curioso es que ante este inminente cambio de paradigma (ético, intelectual y productivo) que presenta el contexto actual, lo que se proponga para generar parámetros para regir las acciones individuales y pensar los problemas contemporáneos sea crear “ágoras virtuales” (inspirándose en viejos esquemas de la antigua Grecia y Roma).

Resulta desconcertante esta pulsión por centralizar y por “aunar” sentidos comunes con el objetivo de marcar territorio, preocupándose más por el encuentro con otros que por encontrar un camino propio. Y es que ya sea administrando estos espacios virtuales o designando a los llamados “trustees” (personas con experiencia que representan a instituciones o profesiones a los cuales recurrir), da la sensación de que se está intentando reciclar o conservar aquellas estructuras que con anterioridad se consideraron en decadencia (“These forces of democratization and digitalization will not go away. Ethical dilemmas are no longer going to be decided solely by those who wear certain clothing and who have a certain professional pedigree”).

Se puede conceder que ciertos aspectos de la vida contemporánea están en crisis y que hay que replantearlos (éticas, profesiones), pero es casi como si se estuvieran mirando dos canales de televisión totalmente diferentes, porque en un panorama que tiende fuertemente a maximizar la emancipación del individuo no se entiende por qué siguen apareciendo opciones que buscan aglutinar. Casi hasta podría pensarse a estas ágoras virtuales como “centros de abastecimiento” donde la gente va y compra el capital intelectual que necesita sin mucho esfuerzo o problema.

Seguramente haya que reinventar las éticas para diversos órdenes de la vida, pero es probable que cada vez menos aquellas cuestiones trascendentales para el hombre sean determinadas en asambleas o consejos profesionales. Por suerte.

Reinventing Ethics
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2012/09/23/reinventing-ethics/

Riorevuelto
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