Solos con nosotros mismos, ¿el peor programa?

Por Laura Marajofsky

¿Cuán bueno sos entreteniéndote a vos mismo? ¿La idea de quedarte solo con tus pensamientos un rato, te produce placer o te inquieta? Si te respondiste afirmativamente por la segunda opción, entonces pueden interesarte los hallazgos de un equipo de investigadores de la universidad de Virginia que se pusieron a indagar en esta problemática. El equipo liderado por el científico Timothy Wilson realizó numerosos experimentos cambiando las variables pero siempre en torno a una misma premisa: pedirle a la gente que deje de lado las distracciones y estímulos externos, y que se entretenga sola durante 6 o 15 minutos según el test.

Teniendo en cuenta la increíble capacidad que tenemos, ya sea por la posibilidad de evocar recuerdos, fantasear, planear o hasta entretenernos tratando de resolver problemas del día, los investigadores pensaban que no podía ser muy difícil cumplir esta tarea… pero los resultados les demostraron todo lo contrario. La mayoría no sólo no practica este tipo de contemplación muy seguido, sino que los que lo hacen no lo encuentran algo placentero.

De las personas que se sometieron a la prueba el 32% hizo trampa, es decir no pudo mantenerse entretenido sin recurrir a algún estímulo externo. Como los estudios iniciales habían sido realizados sobre una base fundamentalmente joven, y para comprobar si esta dificultad no era algo generacional más que otra cosa (los adolescentes y su incapacidad para mantenerse desconectados del celular), repitieron el experimento ampliando el rango de edades (de 18 a 77 años, con una media de 48). Sin embargo, aún así todavía más gente hizo trampa, el 54%.

Finalmente para complejizar más el tema, se trabajó con la siguiente hipótesis: ¿qué es mejor, ningún estímulo o un estímulo negativo? De esta forma se sometió a los participantes al mismo experimento que antes pero esta vez se les ofreció la posibilidad de que presionando un botón sufrieran una mínima descarga eléctrica. Para sorpresa de los investigadores, un cuarto de las mujeres y un tercio de los hombres recurrieron a esta opción para divertirse.

Hay algo descorazonador en el hecho de que cueste tanto estar solos sin distracciones, y que habla de la crisis de gestión de los recursos personales (auto reflexión, imaginación, planificación), en particular cuando las agendas se vacían, aunque sea momentáneamente, y que habla también de la dificultad para disfrutar la soledad en sí misma. Así como pareciera no haber una connotación muy agradable o productiva de la soledad, también se concibe a la auto contemplación o el llamado “self-awareness” como algo que deviene en dinámicas negativas para el individuo, como la rumiación, de ahí frases tan exaltadas culturalmente como “no te enrosques, pensá menos”. Pero en realidad, como Wilson explica, esta conciencia sobre nosotros puede resultar muy útil para la fantasía, la resolución de situaciones, la reducción del estrés e incluso la construcción identitaria.

Una de las hipótesis más fuertes del equipo de Wilson es que este tipo de comportamientos cuesta tanto porque hemos evolucionado para estar constantemente monitoreando el exterior en busca de peligros y oportunidades, y que por eso es un tanto antinatural estar en estado reflexivo por mucho tiempo. Ahora, qué tal pensar qué tipo de aleccionamientos estamos recibiendo de la época que nos toca vivir más que de nuestra herencia evolutiva y cómo nos auto condicionamos; y por qué no pensar que es posible articular una relación virtuosa con el exterior sin descuidar esa muy necesaria conexión con nosotros mismos. ¿Una buena noticia?: esta actitud se puede entrenar y desarrollar con el tiempo.

People Prefer Electric Shocks to Being Alone With Their Thoughts
http://www.theatlantic.com/health/archive/2014/07/people-prefer-electric-shocks-to-being-alone-with-their-thoughts/373936/

Riorevuelto
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