“Another Round”: elecciones demasiado humanas

La última película de Thomas Vinterberg, abre un universo donde las constelaciones pueden recorrerse a través de la decisión humana frente al riesgo. Con el visto bueno del mundo cinéfilo, “Another round” muestra cómo un experimento basado en tener alcohol en sangre, afecta de manera trágica la vida de sus protagonistas. El detalle a resaltar acá es la celebración de esta tragedia. ¿Cuál es el valor que se le otorga a existir de la mejor forma posible, en el mejor mundo que podamos crear?

Cabe destacar que todas las críticas, tanto de Rotten Tomatoes, IMDb, como también The New York Times, la idolatran. Lo mismo ocurre en el mundo de las premiaciones, donde el festival de Cannes y los premios Oscar (entre otros), dieron su bendición a la nueva creación de uno de los padres de Dogma 95. ¿Qué se bendice? ¿Qué es lo que se aplaude en todos los rincones? ¿Acaso el respeto por aquellos mandamientos de los noventa? No.

Se celebra un film dramático con tintes de comedia, que resulta una apología desfachatada e impune del consumo de alcohol. ¿Dónde sucede esto? En el país con uno de los mayores índices de consumo: Dinamarca[1]. Este primer dato es prácticamente un sarcasmo. La cultura danesa está atravesada por un problema que se puede calificar como de salud pública: el alcoholismo. El derrame se ve claro en estadísticas alarmantes[2]. También pueden verse enfermedades hepáticas rankeando alto. Como si fuese un pase de posta, el alcohol que rodea al mundo adulto se replica en la juventud. La película deja a la vista esta tradición heredada y consigue que nadie la cuestione. La juventud está representada por una masa homogénea que pareciera no tener disidencias. Es una sola. Sin quiebres ni distinciones. Hay juventud, no jóvenes. Encontrarse en la bebida es un ritual transgeneracional, donde la misma especie aprende uno de los caminos posibles para llegar a la autodestrucción. Por esta razón, puede interpretarse como un desprecio hacia la existencia. Esta enseñanza es tan apologética que se ve incluso dentro del aula.

El mito del alcohol como saludable en su justa medida, en una primera instancia, queda desacralizado. Sin embargo, la película se encarga de volver a ubicarlo como un mandato incuestionable. Esta relación con lo destructivo tiene correlato en la propia realidad del director: la muerte de su hija Ida, unos días antes de comenzar a filmar, expone de forma casi poética las consecuencias de un comportamiento que demuestra el riesgo que es capaz de asumir el humano frente a su propia vida. Somos la especie que cuenta con la posibilidad de vivir cada vez más y mejor; podemos prolongar nuestra vida. Solo falta desearlo. Y es en ese deseo, donde el humano sigue optando por acortar su vida. Del mismo modo, la película desdibuja los límites del cuidado de la propia existencia. Sólo para ver hasta dónde puede llegar el riesgo. Llega lejos.

¿Cómo es posible entonces que Vinterberg asegure que la película busca celebrar la vida?

[1] https://www.eluniverso.com/entretenimiento/2019/11/02/nota/7587035/cerveza-consumo-paises/

[2] https://www.worldlifeexpectancy.com/es/denmark-alcohol

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Juana Ciminieri
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